LOS TRAMPOSOS
Acabo
de alquilarme un autobús. Tenía que decirlo. He intentado mantenerlo en secreto
pero ya no puedo más, que se vayan preparando todos aquellos que me miren por
encima del hombro, aquellos que no coman, lean, voten, amen o piensen lo que
yo, porque lo voy a decorar convenientemente y me voy a echar a las carreteras
y ciudades españolas para poner a cada uno en su sitio. A ver si yo no voy a
tener derecho a tunear mi vehículo como quiera y a colocarle mi mensaje más
honrado, sentido y justo por encima de todo en cualquiera de sus laterales. Hay
chapa para rato y seguro que destinatarios también.
En
1959, Pedro Lazaga filmaba las triquiñuelas de Virgilio y Paco, que de vez en
cuando visitaban alguna “ciudad castellana enrejada” para expiar sus andanzas.
En una de esas salidas hacia adelante, crearon VIRPA EXPRESS, y con un par de
autobuses robaban turistas a otras agencias para regalarles verdaderos
recorridos folklóricos por cementerios, tabernas y demás localizaciones
típicamente hispánicas. Y no les fue mal, que hasta la empresa rival terminaba
por absorberlos para sacar el ingenio de Tony Leblanc y Antonio Ozores del
mercado turístico.
Así
que ya saben, espero que los de HazteOír.org me hagan una oferta, o los del
autobús morado ese que habla de oscuras tramas. Vamos, bagatelas al lado del
que pienso decorar. Tengo trabajando en él a dos ingenieros telemáticos de la
Universidad de Wisconsin, de forma que le vamos a instalar un sensor
camaleónico para que cambie la decoración a medida que en nuestros viajes nos
vayamos encontrando colectivos o individuos poco deseables.
Que
pasamos cerca del Congreso, ilustramos con el símbolo del dólar, si nos coge un
semáforo ante un banco la palabra desahucio se perfilará con unos colores
fosforescentes, que nos da por ir a Cataluña, perfilaremos un buen jamón
ibérico con forma de constitución, si llegamos a Sevilla lo teñiremos de
olivos. Al paso por el Bernabéu se coloreará de rojiblanco, y ante el Calderón
de blanco refulgente. Si paramos en la carnicería de mi barrio saldrá el color
verde vegano y cuando estemos ante un McDonald’s la foto de una paella
gigantesca les afeará la existencia a los hamburgueseros. Por supuesto, al paso
de la sede de cada partido, pondremos los colores del contrario, o de todos los
contrarios, será por dinero y mala baba…
El
caso es denunciar a todo bicho viviente y recuperar la esencia de la protesta,
porque quien tiene un autobús tiene siempre la razón, sólo faltaría, y como tal
nos lo tienen que reconocer, sobre todo ahora que estamos sindicándonos para
crear la SAETA (Señalar Al Enemigo Tuneando Autobuses). A ver quién es el guapo
que nos tose, la razón está de nuestra parte siempre, y el que no esté con
nosotros, estará contra nosotros, así que se puede preparar porque los
ingenieros de Wisconsin son incansables y le diseñarán su correspondiente
amenaza.
Ah,
y como encontremos por ahí a esos que quieren defender la corriente nueva del
cordurismo, que se den por atropellados, con ellos no gastaremos ni pintura ni
ingenio. Hasta ahí podríamos llegar. Hale, todos a tunear o aténganse a las
consecuencias.
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