TIEMPOS DE BARRO, de Félix García Hernán, por Antonio Parra
Título
Tiempos de barro
Datos publicación
Alrevés Editorial. Barcelona 2025. 353 págs.
Datos del autor
FÉLIX GARCÍA HERNÁN (Madrid, 1955). Tiempos de barro es la quinta novela de este autor. Las anteriores, Cava dos fosas (2020), Pastores del mal (2021), Días sin sol (2022) y Delfines de plata (2023) recibieron una entusiasta acogida por parte de público y crítica. En Tiempos de barro, un thriller trepidante que transcurre en un futuro próximo, el autor muestra de nuevo su habilidad para construir una historia llena de intriga y ricos personajes.
Sinopsis de la obra
Tras la promulgación del Decreto Republicano XXVIII del año 2032, el mundo tal como lo conocemos se desmorona. Internet, las redes móviles y los GPS han desaparecido, dejando a la sociedad en un estado de aislamiento controlado. La tecnología ha sido prohibida, y la sociedad se divide entre ciudadanos privilegiados y siervos relegados a las cuadrículas.
La noche del 1 de enero de 2036, Yolanda, una joven trabajadora atrapada en este sistema opresivo, desaparece misteriosamente tras la hora de toque. Su hermana Lola pedirá ayuda a Raúl Olaya, un funcionario policial con un pasado comprometedor que emprenderá una búsqueda desesperada que lo llevará al corazón oscuro del poder. Pero en un mundo gobernado por el miedo, donde el pasado acecha y los secretos pueden destruirlo todo, encontrar a Yolanda significa mucho más que devolverla a casa: es desafiar a un sistema que no perdona.
Reseña
PREMONICIONES
Hace ya algún tiempo que uno conoce a autores en los que siempre se puede confiar, lo cual hoy es toda una garantía. Eso es lo que ocurre con Félix García Hernán, porque cada vez que da un libro a la imprenta al lector le invade la tranquilidad de que va a disfrutar de un producto de alta calidad literaria. Y da igual que continúe en su universo habitual o, como en este caso, abandone un poco su zona de confort, porque, como él mismo bien afirma, practicar literatura debe servir para pasarlo bien, para no amodorrarse y dormitar siempre en la misma estructura, en las mismas costumbres.
Estos Tiempos de barro, por un lado, han supuesto un salto sin red, por el hecho de embarcarse en una distopía, aunque cercana, ya que transcurre en 2036, y porque con ella el autor ha lanzado un buen puñado de premoniciones acerca del lugar al que podría irse el mundo si no somos capaces de poner un cargamento de cordura en nuestras acciones. Y eso que no somos nosotros, los ciudadanos de a pie, los que tenemos a nuestro alcance esas decisiones vitales, por eso es todo bastante más peligroso, porque los que nos gobiernan llevan una deriva muy preocupante.
Manipulaciones políticas, falsas banderas, mentiras en la red y en otros foros cibernéticos, guerras encubiertas o privadas, un caldo de cultivo que nos puede sonar a familiar y que Félix García Hernán ha llevado varios pasos más allá, provocando la desaparición de los móviles, de internet, de la transmisión de datos, e implantando en el mundo una dictadura casi orwelliana, que lo bautiza todo al modo de Roma, no sólo con nombres sino también con estructuras que le sonarán a cualquier historiador.
En esa atmósfera de toque de queda, ciudadanos libres y siervos, círculos urbanos y cuadrículas suburbanas, el autor encaja una trama también negra, gracias a la desesperación de Yolanda, una joven que será zarandeada por todos los estamentos del poder. Una trama a la que se enfrentará uno de sus personajes de cabecera, Raúl Olaya, y a la que terminará sumándose su policía estrella, Javier Gallardo, a quien vemos, como es lógico, al borde de la setentena.
Esa trama investigadora rinde homenaje a dos personajes que lo han sido todo en las tramas de Félix, pero con ella el autor toma por el cuello a los lectores y los lleva por una ambientación oscura y dictatorial, por las rendijas de un poder que ocultan muy bien su aire nauseabundo, mostrando también temas tan duros como la pederastia, el vicio de los poderosos, la tiranía y tortura de los centros de reclusión, e incluso tráficos oscuros que la ultraderecha gobernante siempre se encargará de negar.
El muro de esos tiranos se antoja demasiado alto, y la voluntad de Olaya y Gallardo, a ratos insuficiente. Pero no se trata sólo de rescatar a una joven, hay mucho más, hay un poder omnímodo al que enfrentarse, hay unos resquicios que dinamitar para hacer que todo reviente y el mundo recupere las libertades que un complot internacional ha cercenado gracias a los lobos que han estado décadas escondiéndose. Lobos que siguen ahí, en cada parlamento, vistiéndose con el ropaje democrático de corderos cuando a ellos les conviene.
Ahí está la reflexión que no se nos puede escapar, y que debe hacer que cerremos el libro teniendo muy claras qué cosas no deberíamos permitir. Pero más allá de lo ideológico, o lo sociológico, está lo literario, por supuesto, y en ese ámbito Félix sabe muy bien lo que hace, lo que debe entregarle al lector para entretenerle, para que no se le escape y para que su trama corra por los cauces que debe. Ahí están los diferentes planos narrativos, un salto temporal cuando viene a cuento, la dilatación de la tensión emocional o la velocidad cuando la escena lo requiere, incluso la crudeza, pero siempre con el medidor de la delicadeza colocado en su justo término medio.
Como ven, valores no le faltan a esta novela, ni a su autor, así que empiecen por disfrutar de los literarios y poco a poco verán cómo se van beneficiando también de los otros. El salto sin red ha salido bien, ahora lo deseable es que no se cumplan sus premoniciones, en nuestras manos está.
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