COMEDIA HUMANA
Las
novelas de Eugenio Fuentes trascienden lo puramente negro, entran en lo humano
y se lo ofrecen al lector sin trucos ni sorpresas, con la intensidad que
siempre se necesita para practicar buena literatura.
El
género negro se ha vuelto tan vasto que podríamos encontrar casi una veintena
de subgéneros dependiendo de quién protagonice, dónde se sitúe la acción y
hasta qué grupo social sea el más predominante en ella, sólo por citar algunos
parámetros. Y todo es sintomático de la magnífica salud de la que goza el
género, a quien algunos agoreros vaticinaron que llegaría a morir de éxito.
Así
las cosas, no habrá lector aficionado que pueda decir que no encuentra novela
de su agrado, pero conviene rascar un poco más, arañar bien la superficie,
porque entonces iríamos arrancando capas hasta quedarnos con lo verdaderamente
importante: la escritura, la calidad literaria y la voluntad de un autor por
entregarse en cuerpo y alma en cada novela.
Sin trucos ni artificios
Ahí ya
las estanterías comerciales, las ansias críticas y las eternas colas de firmas
en las ferias palidecen frente a novelas en las que la calma y la profundidad
superan con creces a la velocidad y la sensación de habitar un thriller
cinematográfico. Eugenio Fuentes renuncia a modas y tendencias porque para él
lo importante es la buena literatura, y una investigación no se reduce a lo
meramente instrumental, sino que requiere mucha atención, y hacer lo que hace
siempre su Ricardo Cupido, preguntar mucho y observar, porque sólo así se
resuelven los casos. Sólo así se arman las buenas novelas.
Para
el autor extremeño, no basta sólo con las tramas, los crímenes y los casos ya
no son novedosos, son tan conocidos que importa casi más tomarlos como excusa,
como pretexto para ofrecerle al lector un universo de personajes que tienen
mucho que contarnos, ya sean testigos, víctimas, investigadores o asesinos. Eso
se cumple a rajatabla en esta novela, porque no hay criatura que aparezca en
sus páginas que no resulte convenientemente analizada por el autor, incluso
aunque se trate de arquetipos de sobra conocidos, y es que en la buena
literatura no hay personaje que no tenga sus dobleces, buenas y malas, las
mismas que le han conformado como ser vivo, de ahí que necesitemos conocer esos
rincones para entender sus luchas, sus motivaciones y hasta sus pensamientos.
Quienes
ya conocen a Eugenio Fuentes saben que su detective, Ricardo Cupido, hombre
alto, aficionado a andar en bicicleta y residente en la extremeña Breda, tiene
un carácter firme, poco amigo de extravagancias y de acciones violentas, y
tenaz como pocos. Por eso, cada vez que nos llega una nueva entrega de sus
andanzas, sabemos que tendremos por delante una trama compleja y variada, de
esas que se disfrutan a pequeños sorbos en el sillón, porque la propia
investigación así lo requerirá.
Fresco social
En
esta ocasión, todo se centra en torno a Wendy Paraíso, una mujer sin demasiada
suerte a quien el futbolista brasileño de moda ha grabado mientras mantenía con
ella una sesión de sexo. Ese vídeo se le volverá en contra al astro futbolero,
pero sobre todo será el principio del fin para una Wendy que huyó de Breda, de
un matrimonio frustrado y del peaje de dejar a su hija Paula con los abuelos,
para intentar triunfar en Madrid, sin quemarse demasiado con las luminarias de
los focos de la gran ciudad, que casi siempre le han resultado esquivas.
Fuentes
elabora también un fresco social en el que caben algunos de los tópicos más
intensos que rodean al mundo futbolístico: la fama desmedida, el poder de algunos
presidentes, el crecimiento del fútbol femenino, y la concepción de que la
popularidad y el dinero lo pueden todo. Al otro lado del espejo está Breda, con
familias que se enfrentan a las primeras sombras del alzhéimer, como ocurre con
los abuelos de Paula, hombres que lidian con la soledad, como el impagable
personaje del Alkalino, y otras familias que crecen con la llegada de gemelos,
como les ocurre al propio Cupido y a Senda, aunque la niebla de la enfermedad
se cierna también sobre los pequeños.
Mundos contrapuestos
Son,
por lo tanto, dos mundos antitéticos, y de ellos tendrá que entrar y salir
Cupido tratando siempre de regresar indemne. Algo que no es sencillo cuando el
divo brasileño acuda a un par de sicarios para intentar recuperar ese vídeo que
amenaza con destrozarle la vida, y de paso neutralizar a Wendy, desaparecida
desde la difusión del mismo.
Como
Eugenio Fuentes sabe bien de qué va esto del género negro, el perfil de los
criminales es brillante, uno ciclópeo y violento, y el otro flaco y silencioso,
pero letal. Una pareja que sólo con asomarse al capítulo ya le pone los pelos
de punta al lector más curtido.
Técnicas
aparte, como ya se ha dicho, lo que hay en estas novelas es vida, y así todo se
alterna con el pasado y las vivencias del propio Gamma y su interesada esposa,
de Wendy y su fracaso sentimental con Jaime, con los avatares de los padres de
este y su papel como abuelos, con las sensaciones de Senda y Cupido, las
reflexiones del Alkalino, y hasta con las vidas anteriores de los dos sicarios.
Esta
comedia humana, si acudimos al término balzaquiano, es algo que sin duda
enriquece la trama puramente criminal o indagatoria, y el lector lo agradece
porque nunca va a estar sujeto a esas sorpresas facilonas o golpes de efecto
que pueblan tantas y tantas novelas, sino que accederá a la verdad, al hallazgo
o no de los culpables, una vez que se vayan completando las casillas vitales de
los personajes, una vez que la mirada haya pasado ya por todos los rincones de
cada uno de ellos.
Disfruten,
por tanto, de novelas como esta, y así podremos confirmar que la verdadera moda
de la novela negra radicará en la calidad literaria de la misma, y que lo
demás, oropel o purpurina, terminará por ser arrastrado por el tiempo.
WENDY. Eugenio
Fuentes.
Tusquets. 501
páginas.
https://www.laverdad.es/ababol/libros/wendy-comedia-humana-20251213083910-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.laverdad.es%2Fababol%2Flibros%2Fwendy-comedia-humana-20251213083910-nt.html
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