Camino de madurez
Uno
de los momentos más peliagudos en cualquier carrera literaria es la aparición
de la segunda novela, sobre todo si la primera ha sido bendecida por los
lectores, se crea entonces una tremenda expectación entre la que el escritor
corre el riesgo de extraviarse. La mejor manera de solventar ese escollo suele
consistir en volcar, en la nueva obra, tanto cariño como experiencia, y María
Dueñas ha construido su nueva criatura con esas dos premisas como equipaje, el
cariño que profesa tanto a sus personajes como a los lectores, a los que respeta
siempre, y la experiencia literaria y vital que hasta ahora ha ido acumulando.
Porque
si hay una palabra con la que podemos calificar esa novela es la de madurez, la
prosa de la autora manchego-cartagenera ha subido unos cuantos enteros en
cuerpo, soltura y calidad, y eso se nota casi desde las primeras páginas, y lo
notan también los personajes protagonistas. Los perfiles de los profesores
Blanca Perea, Daniel Carter y Andrés Fontana aparecen delineados con trazos tan
humanos como profundos, la coincidencia de las sombras que los tres han vivido
va ampliándose hasta crecer en un delta narrativo enriquecido por los
diferentes saltos temporales entre los que María Dueñas se mueve con admirable
soltura.
Y
si en el ámbito temporal sale airosa, igualmente lo hace en el tratamiento
espacial, la California finisecular, el Madrid de los años treinta y la
Cartagena de finales de los cincuenta son recorridos con un ojo certero que no
hace más que envolver al lector en una atmósfera que va más allá del simple
recuerdo de los personajes.
Esta
novela rezuma vida por todos sus capítulos, con sus correspondientes alegrías y
sinsabores, con escenas antológicas como el discurso de Carter en la cena de
Acción de Gracias o el complot cartagenero, y en ella cobran también gran
notoriedad los personajes secundarios, porque si el trío protagonista es
certero, la galería de acompañantes roza la perfección, no hay uno solo al que
le falte un gramo de la atención de su autora. Rebecca Cullen, Luis Zárate,
Aurora Carranza, la adorable Tata o la venenosa Darla Stern quedarán para
siempre en la memoria del lector.
Este
medio centenar de páginas es un homenaje a las segundas oportunidades, al
respeto por el pasado, a la capacidad de lucha del ser humano, y su autora ha
logrado algo muy difícil: que nos cueste trabajo interrumpir la lectura. Si El tiempo entre costuras era un patrón,
ahora María Dueñas nos ha sorprendido con todo un vestido de fiesta.
Misión Olvido. María Dueñas.
Editorial: Temas de Hoy. Madrid,
2012. 512 páginas.
(LA VERDAD, "ABABOL", 29/9/2012)
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