Para almas bragadas

Decir
que ésta es una novela descarnada sería quedarse cortos, quizá si metemos en
una coctelera ese ambiente chandleriano y la estética de ciertos cómics
podríamos ir aproximándonos, si se agita bien, a un combinado que habría que
rematar con unas pinceladas propias, por ejemplo, de Chester Himes,
especialmente presentes en una pareja de sicarios que nos recuerdan a
Sepulturero Jones y Ataúd Johnson, y que Barry bautiza como Lobato Stanners y
Cabrón Burke. Pero hay mucho más, una vez que iniciamos la lectura ya no
podremos sacudirnos de encima el olor del Dédalo, la peste del río, el ambiente
del Gran Páramo, Las Lomas, o el vicio constante y el descenso a los infiernos
que el opio y las putas nos regalan al entrar en el Barrio del Humo.
La
vida es lo más fronterizo de Bohane, la vida y las conspiraciones, porque el
regreso del pródigo Gant Broderick va a amenazar el dominio de Logan Hartnett,
quien gobierna sobre el Cotarro con una mano tal vez no tan firme como sería de
esperar, a juzgar por la cantidad de hienas que aguardan su caída: Ojos
Cusasck, los gitanos de las dunas, la inquietante Jenni Ching, el propio Lobato
Stanner e incluso la nonagenaria Nena,
la madre de Hartnett, que desde la postración de su cama sigue moviendo todos
los hilos que puede.

Kevin
Barry puede estar orgulloso de haber creado semejante urbe, y sobre todo de
haberla sazonado con una atmósfera verdaderamente inolvidable.
Ciudad de Bohane. Kevin Barry
Ed. Rayo Verde.
Barcelona 2015. 252 páginas.