A
ratos defiende Héctor Castilla que escribir es fracasar como nadie se atreve a
hacerlo. Él, que es una minoría absoluta, dispara sus poemas, no los escribe,
los dispara, muchas veces sin esperanza, sin futuro, pero con mucha clase. Este
animal urbano-poético intenta sobrevivir nadando por estas páginas entre versos
y música. La editorial Balduque le ha hecho un hueco a un poeta que se bebe el
sexo en cada noche, aliviando cada cuerpo con esencias de madrugada, un tipo
que usurpa las casas del recuerdo como un solitario okupa de la conciencia.
En
estos versos le vemos huir, en algún amanecer proscrito, del brazo de una musa
ahíta y satisfecha de licores y saliva, para perderse en una ciudad bañada por
un cielo matemático y pluscuamputrefacto. Eso sí, otras mañanas Héctor Castilla
nos confiesa que se encuentra con una imagen triste al otro lado del espejo.
Suerte que a sus versos no les ocurre lo mismo, y que respiran vida en cada
palabra.
Cantando en voz baja. Héctor Castilla
Editorial Balduque.
Cartagena 2015. 86 páginas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario