NOIR
EN MÉXICO
Escribir
novela negra en Hispanoamérica supone armarse de una serie de rasgos de los que
se carece en otros lugares del mundo, y
no hablamos ya de exuberancia paisajística u otros factores más propios del
realismo mágico, sino de una concepción diferente a la hora de narrar, de
ambientar y desarrollar una trama.
Por
eso tal vez resulta más gratificante leer novelas como la que nos regala
Bernardo Esquinca, porque en ella late un particular México, con sus estancias,
pulques, prostitutas, conspiraciones políticas, componendas carcelarias, con
todo lo que él ha querido reflejar a la hora de narrar los crímenes cometidos
por El Chalequero, pero también las pesquisas de Eugenio Casasola, cronista de
El lmparcial, o de su amante Murcia Gallardo, o de la médium Madame Guillot,
que le pone sobre la pista de unos crímenes que ocurrieron dos décadas atrás.
Si
a eso le sumamos la presencia de un policía un tanto turbio, Roumagnac, o las
confesiones carcelarias de un par de asesinos, y si lo complementamos con
noticias y recortes de prensa, estaremos ante un producto final curioso y
armado como un mecanismo casi de relojería, en el que incluso los muertos tienen
algo que decir desde su confortable más allá.
Lectura
un tanto desasosegante, abrupta en algunos pasajes, pero necesaria a la hora de
contar estos crímenes y atrocidades, los mismos que incluso pueden llegar a
salpicar a los más altos estamentos de la política mexicana de hace más de cien
años.
CARNE
DE ATAÚD.
Autor: Bernardo Esquinca.
Punto de Vista Editores. Madrid 2018.
280 páginas.
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