UN AUTOR EN PLENITUD
Esa sensación se respiraba al escuchar a Ismael Orcero hablar de su último libro, Monstruos en la pared, publicado por Niña Loba Ediciones, un conjunto de nueve relatos en los que la memoria del autor ha rescatado algunos hechos de su pasado, sobre todo de la infancia, vivencias propias y otras contadas, armando una serie de historias que emocionan, evocan y transmiten mucho más que la simple narración, tocando sentimientos y temas tan variopintos como la maternidad (y la paternidad, por supuesto), amores perdidos, nostalgia de pequeñas venganzas, alguna pareja al borde de la ley, incluso leyendas que bordean el mal y su proyección social.
Un Ismael Orcero que ha regresado a su parcela literaria favorita, el relato, con el que ya fue finalista del prestigioso Premio Setenil, y a donde ha vuelto tras dos experiencias de narración larga que, si bien le dejaron satisfecho, quizá le hayan empujado a retomar de nuevo la forma de expresión literaria en la que mejor se maneja, sobre todo porque es también la que más satisfacciones le provoca.
El público se encontró a un autor sosegado, sabedor de que está haciendo lo que desea, de que está escribiendo como verdaderamente quiere, y satisfecho por encontrarse en ese punto en el que es él mismo quien selecciona los proyectos en los que participar, como el próximo, que consistirá en la edición de un libro de relatos en Alemania.
Recetas para trabajar, métodos de escritura, un oído muy atento siempre a las voces de la gente, las que terminan regalándole historias que se convierten en relatos, y la convivencia entre la ingeniería y la literatura fueron otros de los temas que se trataron en una amena presentación en la que no faltaron las bromas e incluso el reconocimiento al pequeño Marcos, autor de la portada del libro.
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