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martes, 10 de agosto de 2010

LA LINTERNA MÁGICA - RATAS A LA CARRERA


RATAS A LA CARRERA


Al igual que aquellos diez seres extraños e intrépidos pugnaban por ganar dos millones de dólares en la cinta de Jerry Zucker, parece que el verano siempre trae consigo un buen cargamento de mentes pasadas de fecha, empeñadas en protagonizar los eventos más estrambóticos. Me había jurado a mí mismo que este año no me haría eco, pero es que me lo ponen muy difícil, vaya, y así no se puede uno resistir. Ya hace algún tiempo que lo fueron anunciando, justo cuando la familia del puertorriqueño David Morales decidió embalsamarlo subidito en su moto, con ademán de velocidad incluido, para que los deudos lo velaran adecuadamente en el tanatorio, menos mal que luego no le enterraron con la máquina, aunque me consta que hubo más de un cuarto de hora de serio debate entre los asistentes.


Pero eso no fue nada, porque hace unos días, un grupo de una especie de policía femenina del norte de Nigeria comenzó a rizar el rizo, organizando una ceremonia punitiva de destrucción de centenares de botellas de cerveza, alegando que su consumo incumple la “sharia”. Si alguno de mis amigos estuviera en el gobierno de este país, Dios y la corte celestial no lo quieran, habría roto al día siguiente relaciones diplomáticas con Nigeria, o incluso elevado una protesta formal ala ONU. Lo curioso, tal y como demuestra la fotografía, es que mucho respeto a la “sharia” pero una de las exaltadas bien que se ocupa de grabar el evento con el móvil, igual luego lo subió al coranfacebook, o al suratube. Mucho rigor, sí, pero sin pasarse.



A todo esto, salta la bomba con la noticia de que Playboy está en quiebra, y que ya ni siquiera las fiestas de Hugh Hefner pueden levantarla, la quiebra, digo. Vamos a ver, porque la crisis es tolerable, la bajada de sueldo funcionarial también, hasta si me apuran, las ascéticas vacaciones de la señora Obama en Marbella, pero si Playboy desaparece y nos destruyen las botellas de cerveza, apaguen el mundo que yo me bajo.


Claro que, como decía el sabio, siempre hay alguien peor, que le pregunten si no al ruso que ha muerto en plena final del campeonato mundial de sauna. Pero bueno, con la que está cayendo, ¿merece la pena encerrarse con otro tío cachas – que está, por cierto, también en cuidados intensivos -, en un habitáculo a más de cien grados?, vamos, ni aunque sea en Finlandia. Luego nos extrañamos de que surjan psicópatas capaces de las mayores barbaridades, si la actualidad está llena de ejemplos, entre los concursos gastronómicos de ingestas masivas de hamburguesas, ortigas o huevos duros, los quesos que bajan rodando por las verdes colinas británicas o los campeonatos de lanzamiento de móvil o de aplastamiento de insectos, que los hay, estamos más desnortados que nunca.



Incluso aquí, ahora hay una cadena enemiga que estrena un programa de espiritismo en el que algunos famosos contactarán con sus muertos, que digo yo que qué poco los querrían, porque en vez de dejarlos tranquilos se van a empeñar en mostrarles la enjundia de la tele, son ganas de no respetar su descanso. Habrá que traer al programa a los herederos de Pat Garrett, soliviantados porque los familiares de Billy The Kid han solicitado el indulto aduciendo que el sheriff y antiguo amigo del niño le mató por la espalda. Tenían que resucitar los dos y liarse a tiros con este corral esquizofrénico en el que estamos convirtiendo la Tierra.


Y lo malo es que aún queda verano para rato, ojalá que alguien nos libre pronto de todas estas ebulliciones cerebrales. En la película, una panda de ricachones apostaba sobre las andanzas de los participantes, aquí no nos queda ni siquiera ese consuelo, y menos mal que ninguna de estas lumbreras está podrida de dinero, que si no…



CRÍTICAS LITERARIAS - MARÍA DUEÑAS


Hilvanes de vida

A veces, el mundo de la literatura se mueve por unas causas sencillísimas, como por ejemplo la calidad y la capacidad de fabricar una buena historia. Estos dos rasgos son los que han propiciado el éxito de la novela de María Dueñas, alimentado también por otro motor que ya ha demostrado su poderío en otras ocasiones: el boca a boca, porque por encima de las reseñas de los críticos más especializados, esta novela ha crecido gracias a sus lectores, y es que resulta difícil encontrar a alguna persona que no hable bien de ella.


De todas formas, no son esos los únicos méritos, tras ellos hay una historia que nos recuerda a la épica decimonónica, un personaje de incierto destino, y una prosa ágil que lleva a pasar en un suspiro cada página en busca de un nuevo episodio de la azarosa existencia de Sira Quiroga primero, y de Arish Agoriuq después. A eso hay que sumarle, también, la elección de una época que suele ser muy atrayente para el lector, el primer tercio del pasado siglo, y la habilidad que ha mostrado María Dueñas para encuadrar su narración en un periodo que tal vez haya sido poco aprovechado hasta ahora en la literatura española: aquellos años primeros de nuestra posguerra en los que España era en una pradera de espías nazis y británicos, a caballo entre nosotros y los vecinos portugueses.


Y no debemos olvidar tampoco a Marruecos, la zona del protectorado español que se convirtió en una especie de paraíso durante los años de la guerra, un oasis de paz y de exotismo en el que la protagonista se refugia para lamer las heridas de más grande desengaño amoroso que sufrió en su vida. Podemos seguir sumando méritos, el cariño con el que es tratado el personaje de Sira, su capacidad para adentrarse en aventuras más que arriesgadas, narradas con mesura y sin ninguna prisa, su infatigable trabajo como modista, y la exquisita alternancia mostrada por la autora para manejar ficción y situaciones históricas, personajes literarios y otros absolutamente reales, como Serrano Suñer, Beigbeder o la propia Rosalinda Fox. Cualquier época es buena para leer una gran novela, pero el verano nos regala más tiempo, María Dueñas se encargará de hilvanarnos entre sus costuras.


‘El tiempo entre costuras’. María Dueñas.

Temas de hoy. Madrid, 2009. 638 páginas.