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martes, 30 de junio de 2020

METRÓPOLIS - NUEVOS TIEMPOS


NUEVOS TIEMPOS

     El giro, el giro es lo más complicado, sobre todo si ha de hacerse con una mano, porque la otra debe estar sujetando convenientemente la cabeza del individuo. Hay que tener un pulso firme para que el trazo curvo sea lo más fiel posible, y no se convierta en una serie de intentonas y pespuntes que desluzcan el resultado final.

   Además, debe hacerse de un tirón, como si fuera una rúbrica, que al fin y al cabo es casi lo que es, la firma que ese desgraciado habrá de llevar encima el resto de su vida, si es que logra pasarla aquí, si es que no le deportan en una caja metálica cuando tengan que sacarle de la cárcel.

    Se aparta unos centímetros sin soltar del todo la cabeza y asiente medianamente satisfecho, no ha quedado del todo mal, una curva aceptable a pesar de las circunstancias. Y es que todo ha cambiado mucho desde que lucha sin uniforme, porque el enemigo tampoco los lleva. Jamás pensó que tendría más dificultades para operar en su propio país de las que tuvo en Europa. Solo, sin equipo y sin la pista del idioma, todo se complica mucho más.

    Este conflicto no termina de ser el suyo, pero es lo que le ha tocado, alguien tiene que hacerlo como alguien tuvo que hacerlo entonces, pero encontrarlos aquí requiere ahora mucho más olfato que unos años atrás. Aun así, no se puede quejar, ha dado ya con más de una treintena, y aunque sabe que sus superiores – ya no queda algo mando alguno que pueda mostrarse magnánimo – no aprueban su conducta, sabe también que se dedican a mirar hacia otro lado, porque esta guerra fría no tiene los mismos códigos que tuvo la otra, ni siquiera a la hora de romperlos.

    Se esmera de nuevo y termina el astil con un trazo firme, ya sólo queda lo más sencillo, pero hay que darse prisa antes de que la sangre de la frente reclame lo que es suyo y le estorbe la siguiente línea. Una vez que la hoz ha quedado grabada, llega el turno del martillo, mucho más simple y solucionado con dos incisiones firmes, la vertical larga y la horizontal pequeña, sin que haya que buscar más reconocimiento.

     El exteniente Aldo Raine limpia su machete en la camisa de su última obra, mientras sus ojos se extravían añorando la vieja Europa y la simplicidad de aquel cruce de líneas rectas que le hacía tan fácil el grabado de la esvástica.


domingo, 28 de junio de 2020

UNA TUMBA SIN NOMBRE - JAVIER SAGASTIBERRI

Una tumba sin nombre de Javier Sagastiberri por Antonio Parra

Título
Una tumba sin nombre
Datos publicación
Editorial Erein. Donosti 2019. 302 páginas

Autor
          JAVIER SAGASTIBERRI (Donosti, 1959) es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad del País Vasco y en Filología Hispánica por la UNED. Desde 1987 trabaja para la Hacienda Foral de Bizkaia. Ha actuado siempre en el ámbito de la Inspección, primeramente como Subinspector de Hacienda y desde hace diez años como Inspector de Finanzas. Ha publicado El asesino de reinasPerversidad y Un dios ciego, con las ertzainas Itziar Elcoro y Arantza Renteria como protagonistas. Una tumba sin nombre es la cuarta entrega de la serie.

Sinopsis de la obra

          Arantza Rentería ha desaparecido. Su compañera, Itziar Elcoro, abandonará Bilbao y viajará a las tierras altas guipuzcoanas, al Goierri, para investigar el asesinato de Ernesto Compson, el líder de una comunidad anarquista nacida al calor de las revueltas ciudadanas que culminaron en el movimiento 15-M. El Goierri es también la tierra originaria de Arantza y, a medida que Itziar se interesa por su compañera ausente, iremos conociendo episodios oscuros de su pasado, que se remontan a la época franquista de nuestra historia. El lector asistirá a un final sorprendente, en el que descubrirá que el pasado siempre vuelve, y casi siempre lo hace para perpetuar  la desgracia.

Reseña
Pasado demoledor
 
          Hay casos que dejan tras de sí un reguero de víctimas, físicas y morales, y un panorama de difícil resolución. La estela del asesino Uriah Heep, a quien ya vimos en Un dios ciego, ha dejado un buen puñado de facturas sin cobrar, especialmente a una de las protagonistas de esta serie, Aratnza Renteria, hasta el punto de llevarla a desaparecer de su hábitat natural.
          Con semejante arranque, lo que viene después ya no puede decaer un solo instante, y Javier Sagastiberri lo sabe, por ello presenta un caso en el que los cimientos de una extraña comunidad comienzan a tambalearse, y manda para allá al otro elemento de la ecuación, Itziar Elcoro, que anda bastante desnortada sin su compañera, y que tampoco ha podido terminar del todo de lamerse las heridas que aquel otro caso le dejó.
          Habrá quizá quien piense que si las referencias al volumen anterior son numerosas el lector pueda sentirse algo perdido en esta trama. Nada más lejos de la realidad, lo que ocurre es que aquellos acontecimientos, al ser tan demoledores, han terminado por condicionar la existencia de estos personajes, llevando a algunos por caminos que nunca hubieran imaginado transitar, e incluso devolviendo a otros a oscuras rutas que ya creían devoradas por el pasado.
          De ese pasado, precisamente, se hablará también en muchos momentos, no solo del de la agente Renteria, sino del de las propias víctimas de este nuevo caso. Javier Sagastiberri sabe manejarse muy bien en el horizonte de la novela negra, pero sobre todo es un disfrute comprobar de qué manera logra perfilar ambientes que rozan lo angustioso, y que se adentran de manera irrefrenable en el alma de los lectores.

DELIRIO EN RAMA - RAFAEL ESTRADA


(LA VERDAD, "ABABOL", 27/06/2020)

miércoles, 24 de junio de 2020

METRÓPOLIS - COLOCADO, NO GANADOR



COLOCADO, NO GANADOR

     - Vamos, Lonnegan, que se te escapa uno.

    Doyle arrastra su pierna y acelera el paso, sin terminar de dar saltitos, porque no se puede caminar como una bailarina cuando le vas a romper los dedos a un carterista.

   Arlington bulle en este domingo de primavera, en el que hasta el viento le ha dado un respiro a la ciudad, y por las ventanillas de apuestas florece todo tipo de fauna, desde el fisgón que sobetea un programa para sacarle unos dólares al incauto ricachón, hasta el que hace del descuido un modo de vida.

    Su presa no le ha visto, y si le ha visto no repara en él, eso le ocurre ahora, que nadie repara en que un cojo pueda representar peligro alguno. En otros tiempos aquel caminar infundía más que respeto, destilaba miedo, y no hacía falta acelerar el paso, solo con su presencia se arreglaban las cosas. Y si no, para eso estaban los muchachos, para permitir que Chicago siguiera siendo su ciudad.

    El carterista se encamina a los servicios y ahí comete su error fatal. Doyle se toma su tiempo, debe de ser un novato porque únicamente a un principiante se le ocurre meterse a contar el dinero antes de salir del hipódromo.

    Ya no hay prisa, ahora vendrá lo de siempre, recuperar la cartera y llevarla a objetos perdidos para que la megafonía atraiga a un dueño aliviado que no lo estará tanto cuando vea que los billetes han volado. Churchill le tiene para eso, y hace la vista gorda a cambio de que se corra la voz de que en su hipódromo no se roba, y de que allí solo estafa él.

    Ese tipo años atrás no le hubiera llegado a la suela del zapato, ni al del calzo, pero ahora todo se está desvirtuando, y él tiene que hacer lo que tiene que hacer. Cuando te quitan el nombre y el poder no queda sino sobrevivir, aunque no haya dejado un solo día de recordar aquel cuchitril en el que Gondorff le dio el golpe de gracia.

    Después de aquello todo fue cuesta abajo, desde Nueva York le llegó la sentencia y su nombre dejó de abrir puertas, hasta que solo le quedó el refugio de Arlington. Quisiera pensar en volver, ya lo hizo antes, pero entonces era más joven, y no se pasaba noches en vela evocando al dichoso Kelly, tan rubio, tan guapo y con aquella encantadora sonrisa que tanto le perturbó.

  Hay debilidades que uno no puede volver a tolerar, masculla entre dientes mientras empuja las puertas batientes del servicio.


martes, 23 de junio de 2020

EL PESO DEL HIELO - BASILIO PUJANTE


EL VALOR DE NARRAR

Narrar un cuento hasta atrapar y conmover al lector es un complejo arte que domina Basilio Pujante

   Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos al relato breve por tanto como nos da: sosiego, intriga, retratos del alma humana, fogonazos brillantes…, todo eso que uno siente como lector cuando se encuentra frente a un buen texto, a uno que cumple las máximas cortazarianas de agarrarnos por la pechera y no soltarnos hasta llegar a sus líneas finales, o de mostrarnos una parte del universo humano deleitándonos al mismo tiempo con un lenguaje cuidado y certero.

  Comercialmente son poco fructíferos, a veces hasta maltratados, pero ellos siguen leales y callados, como en los albores literarios, ofreciéndole su tesoro al lector fiel, porque todos aquellos que nos apasionamos con la narración corta terminamos volviéndonos fieles acólitos y defensores de la misma. El caso de Basilio Pujante es digno de elogio, conoce el género, lo ama, lo ha estudiado y lo practica como nadie, ya sea en distancias breves o en micorrecorridos, y en este volumen vuelve a hacer gala de su capacidad para cautivarnos con once historias que nos llevan en volandas a lomos de unas palabras claras y precisas, y con un ‘tempo’ narrativo medido hasta los últimos detalles.

    Eso en cuanto al continente, el contenido además llena cualquier espíritu, hay competiciones infantiles de reciclaje de vidrio que prometen una bicicleta ansiada, el mayor de los tesoros a esa edad; hay también anhelos de triunfos futbolísticos, cuando un penalti podía suponer el cruce de la frontera entre la aceptación de los demás o el mayor de los anonimatos. Encontramos profesores vejados por comentarios salvajes en las redes sociales, empuñadas como los dardos más certeros para ilustrar la debacle del sistema educativo. No se olvida Basilio de la metaliteratura, y nos presenta a un joven autor fascinado por una vieja gloria local que le hace una proposición tan disparatada como compleja de rechazar, y por otro lado un escritor recién casado que encuentra una peculiar sorpresa al otro lado del mundo. Vemos amores alejados por la dureza de la guerra y la promesa incumplida de asistir a un estreno cinematográfico; observadores de aeropuerto que van pasándose de uno a otro sus narrativos puntos de vista; publicistas encantadores de serpientes que buscan en Estados Unidos la quintaesencia de su liderazgo; monitores deportivos que se mueven entre las turbias aguas de la ambigüedad mientras chapotean con sus pies de barro.

     Como puede verse, un crisol argumental en el que los lectores más variopintos verán satisfecha su curiosidad, trocitos de realidad, pequeñas instantáneas o fotogramas de una realidad superior a la que se nos invita a entrar y que Basilio Pujante sabe muy bien cómo presentar, cómo compartir con nosotros para que nunca nos dejemos abatir por el peso del hielo, recogiendo la invitación que nos hace para que seamos capaces de bucear dentro de él.

   El autor murciano demuestra una vez más la habilidad que atesora a la hora de moverse en la distancia corta, sin que uno solo de sus personajes aparezca difuminado, otorgando a cada uno su lugar idóneo, y redondeando unas historias que, además de hacernos disfrutar, nos hacen mirar al mundo con otros ojos, con los de una criatura tan curiosa como él mismo.

‘EL PESO DEL HIELO’ Basilio Pujante.
Boria Ediciones. Murcia 2020. 162 págs. 15 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 20/06/2020)

viernes, 19 de junio de 2020

METRÓPOLIS - EL REGALO


EL REGALO

Para Antonio Sambrana

     A Hélène hace tiempo que ya no la miran en el pueblo por fumar en la calle. Cuando llegó de la ciudad sí, no le quitaban el ojo de la censura de encima. La maestra fumando, ¡dónde se había visto aquello! El tiempo hace costumbre de lo extraordinario y eso ayuda a que esta tarde nadie perciba su inquietud, mientras aguarda nerviosa a la puerta de la escuela, girando entre sus dedos aquel objeto delator.

    Fue el pequeño Pierre quien se lo dio, lo encontró al pie de aquel árbol y allí se desató de nuevo el infierno, cuando ella levantó la vista y se encontró con el cadáver de aquella mujer, la segunda que moría asesinada, porque ya no había duda aluna, tenían entre ellos a un criminal.

   Se lo quitó de las manos al pequeño y palideció, porque apenas tardó unos segundos en reconocerlo, evocando en el mismo instante la tarde que fue a comprarlo donde el señor Gallimard, con la ilusión del regalo, con la esperanza de estrechar unos lazos que las noches anteriores las pesadillas de Popaul habían amenazado con romper.

   Los recuerdos de Argelia e Indochina se clavaron en su conciencia como si ella misma los hubiera vivido, y sólo pudo abrazarle mientras convulsionaba entre fríos sudores. Nadie le preguntó por aquellos tiempos cuando él volvió para hacerse cargo del negocio familiar, le siguieron comprando la carne como antes se la compraron al padre, sin alterar más el orden natural de las cosas. El mismo orden que aquel objeto había hecho ahora saltar por los aires.

  Va cayendo la tarde y ella sigue aguardando, como el náufrago que en su día abandonó su mundo urbano para entregarse al salvavidas de aquella pequeña escuela. En el fondo los dos son supervivientes en un océano de calma que ahora se muestra tan engañoso, desde que aquel niño le tendiera la mano para entregarle aquel encendedor, el mismo que ella le regaló.

  Hélène da pequeños pasos, a un lado y a otro de la entrada de la escuela. Desea verle casi tanto como que no aparezca. Esas dos mujeres muertas se balancean ahora sobre su conciencia, sobre lo que quiere y no quiere conocer. Popaul dobla la esquina y se dirige hacia ella, en unos momentos ya no habrá velos para ninguno de ellos. Él camina con las manos en los bolsillos y ella no acaba de saber en cuál de los dos guardará la navaja.



martes, 16 de junio de 2020

METRÓPOLIS - LIBRE ALBEDRÍO


LIBRE ALBEDRÍO

   - Es que yo quiero oler a lomo de ángel.
   - Pero alma de cántaro, N’gé, ¿cómo se te ocurre? Que tú no eres extranjero.
  - No lo tengo yo tan claro. Tiene que ayudarme, cabo Gutiérrez, usted es el cabo santo.
   - Sí, hombre, a buen árbol te vas tú a arrimar, a mí, que terminé liándome a tiros con el sol.
    - Usted es la autoridad.
   - Pero eso es más cosa de los poderes superiores, hijo mío. Yo ya no puedo enmendarle la plana a nadie.
   - Pues me cago yo en los poderes superiores, que para hacer estampas con las ovejas muy bien, pero en cuanto uno quiere realizarse, llegan los problemas.
   - No digas eso, tú sabes que estás muy bien considerado en el pueblo.
    - Claro, por lo folklórico de la minoría étnica, por eso no se ríen abiertamente de mí, pero ya me dirá, ni huelo a ángel, ni puedo escribir como Faulkner.
    - Calla, eso ni lo mientes, que te llevan al cuartelillo.
  - Pues eso, nada de lo importante, ni presentarme a alcalde, ni ser maestro, es que ni monaguillo.
    - Hombre, es que apuntas muy alto tú. ¿Y no te basta con esa amante que tienes? Sé de buena tinta que muchos te envidian por disfrutar de sus turgencias.
   - Eso, usted también con el racismo, que los negros sólo valemos para la coyunda por las dotaciones naturales, ¿no? Pue eso ofende, cabo, ofende como no se puede usted imaginar.
    - Perdona, N’gé, yo no sabía…
  - No, si aquí nadie sabe nada, porque a ninguno le conviene ponerse en mi lugar, pero yo quiero ser alguien per se, no por el color de mi piel.
    - Y eso es muy loable, hijo, muy loable.
   - Loable los cojones, si no me dejan ni practicar mi libre albedrío, encasillado que me tienen.
   - Oye, hablando del libre albedrío, ¿no has notado que estamos un poco solos?
    - Eso será por lo del virus.
    - ¿Qué virus?
    - Uno que dicen que ha llegado de China y que viene con los dientes afilados.
  - Venga ya, los chinos van a llegar hasta aquí. Qué disparate.
   - Lo que usted diga, pero el alcalde convocó a todo el mundo en la plaza para hacer eso que hacen ustedes de vez en cuando y que a mí tampoco me dejan.
    - ¿Pero cómo van a hacer flashback sin mí, hombre? Eso sería un sindiós.
   - Que decían que regresando al otoño ya se anulaban los efectos del virus.
  - ¿Y nos dejan aquí a nosotros, abandonados a nuestra suerte?
   - Pues ahora ya sabe lo que se siente, cabo.
  - Hay que ver lo que les está costando perdonarme, si fueron sólo cuatro tiros de nada.
  - Sí, y lo mío cuatro reivindicaciones y aquí estamos. Bienvenido a la minoría silenciosa.
    - Yo me voy a volver a cagar en el misterio, coño.




lunes, 15 de junio de 2020

LA MADRE DE FRANKENSTEIN - ALMUDENA GRANDES

Reseña de La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes

Título: La madre de Frankenstein
Autora: Almudena Grandes

Editorial: Tusquets
Año: 2020
Páginas: 560

Sobre la autora

Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde entonces el aplauso de los lectores y de la crítica no ha dejado de acompañarla. Novelas como Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, El corazón helado o Los besos en el pan, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados de la literatura española contemporánea. Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. En 2010 publicó Inés y la alegría (Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz), primer título de la serie Episodios de una Guerra Interminable, a la que siguieron El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014) y Los pacientes del doctor García (2017; Premio Nacional de Narrativa).

Sinopsis de la obra

En 1954, el joven psiquiatra Germán Velázquez vuelve a España para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, al sur de Madrid. Tras salir al exilio en 1939, ha vivido quince años en Suiza, acogido por la familia del doctor Goldstein. En Ciempozuelos, Germán se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, una parricida paranoica, inteligentísima, que le fascinó a los trece años, y conoce a una auxiliar de enfermería, María Castejón, a la que doña Aurora enseñó a leer y a escribir cuando era una niña. Germán, atraído por María, no entiende el rechazo de ésta, y sospecha que su vida esconde muchos secretos. El lector descubrirá su origen modesto como nieta del jardinero del manicomio, sus años de criada en Madrid, su desdichada historia de amor, a la par que los motivos por los que Germán ha regresado a España. Almas gemelas que quieren huir de sus respectivos pasados, Germán y María quieren darse una oportunidad, pero viven en un país humillado, donde los pecados se convierten en delitos, y el puritanismo, la moral oficial, encubre todo tipo de abusos y atropellos.

Reseña de La madre de Frankenstein

Herencia galdosiana

Quinta entrega de los Episodios de una guerra interminable, quinto volumen de una serie que está confirmando a Almudena Grandes, si eso no era ya lo bastante reconocible, como la más directa heredera del galdosianismo español, por su conocimiento de los episodios históricos que narra, por la hondura con la que entra en el alma de sus personajes, y por esa prosa envolvente que guía dulcemente al lector hasta el final de sus páginas.
Todo podría parecer muy sencillo, buenas fuentes, mano para la psicología y lenguaje accesible, pero sin embargo de fácil no tiene nada, hay que saber moverse muy bien entre la trastienda de la literatura para lograr que esos tres elementos, bien llevados, den como resultado un producto brillante, una novela monumental de la que uno no puede escaparse hasta completar los deseos de su autora.
Los tres personajes de esta obra, Aurora Rodríguez Carballeira, famosa parricida, la asistente María Castejón y el doctor Germán Velázquez, entremezclan sus vidas en el manicomio femenino de Ciempozuelos, en unos años en los que este tipo de enfermedades mentales estaban más que estigmatizadas por el régimen franquista, y mucho más si se trataba de mujeres, que era como no ser nada en aquellos tiempos.
La autora madrileña, dándole voz a sus tres criaturas, nos adentra en una época que conoce a la perfección y ofrece un panorama claro y sin estridencias, en el que a ese ninguneo hacia la mujer se podía unir la despreocupación por cualquier avance científico, sobre todo si venía de fuera. Esa alternancia de voces es uno de los valores de la novela, puesto que nos permite conocer tanto el presente como el pasado de los personajes, el exilio tras la guerra, las durísimas condiciones de vida de los más humildes, o el monopolio que sobre la psiquiatría patria ejercieron tanto Vallejo Nájera como López Ibor, sobre todo el primero, firme defensor de la eugenesia que llevaron a cabo los nazis.
De la mano del parricidio que cometió Aurora Rodríguez Carballeira con su hija, conocemos la vida de Germán Velázquez y las dolencias de aquellas mujeres olvidadas, mientras disfrutamos de un fresco social necesario para terminar de conocer aquellos años recientes de nuestra historia. Y todo ello con una estructura en la que Almudena Grandes va colocando piezas, armando un edificio que va cobrando sentido a cada página, a cada secuencia, y que nos arrastra con él y con los senderos que recorren estos tres personajes. Literatura con mayúsculas, herencia galdosiana con mayúsculas.

LA HIJA DEL ESCRITOR - ROSA HUERTAS


(LA VERDAD, "ABABOL", 13/06/2020)

LÍBRANOS DEL MAL - EMPAR FERNÁNDEZ, PABLO BONELL

Líbranos del mal de Empar Fernández y Pablo Bonell por Antonio Parra


Título
Líbranos del mal

Datos publicación
Editorial Almuzara. Córdoba 2020. 252 páginas

Autores

           EMPAR FERNÁNDEZ (Barcelona, 1962) es profesora de Historia en un instituto público, columnista ocasional y novelista. En solitario ha publicado las novelas negras Sin causa aparente y la Trilogía de la culpa (La mujer que no bajó del avión, La última llamada y Maldita verdad, -nominada al premio Hammet y ganadora del Tenerife noir y del Cubelles Noir-) y las novelas que abordan episodios de nuestra historia contemporánea Hotel Lutecia y La epidemia de la primavera, nominada al premio Espartaco a la mejor novela histórica.

           PABLO BONELL (Barcelona, 1961) es profesor de Historia en un instituto público y de Español para Extranjeros en una universidad privada. Como autor ha publicado, siempre junto a Empar Fernández, dos novelas históricas (Cienfuegos, 17 de agosto, sobre la Cuba de finales del s. XIX, y La mirada infinita); un thriller (Hombre muerto corre) así como tres novelas de género negro que transcurren en Barcelona y que protagoniza Santiago Escalona, un policía callado y observador (Las cosas de la muerte, Mala sangre y Un mal día para morir).

Sinopsis de la obra

          Empar y Pablo, los autores de esta sorprendente novela, son también sus protagonistas. Ambos han de enfrentarse a una sucesión de asesinatos perpetrados en el instituto en el que trabajan como profesores. Claudia y Tommy, dos alumnos de bachillerato, son los primeros en morir. Sus cadáveres, descubiertos horas después, forman parte de una escenografía macabra. ¿Se trata de un doble asesinato ritual? ¿De un crimen pasional? ¿De una venganza? La investigación policial se verá entorpecida por los secretos que parecen ocultar diferentes miembros del centro, y que paulatinamente saldrán a la luz.
          De la mano de Empar Fernández y Pablo Bonell, docentes en la vida real, el lector franqueará las puertas de un instituto y descubrirá tanto sus miserias como su lado más conmovedor. Implicados directamente en los hechos y señalados por los Mossos d´Esquadra, necesitarán hallar cuanto antes una respuesta a la secuencia de crímenes que ha desbaratado la vida de la comunidad escolar y horrorizado a alumnos, padres y profesores. Líbranos del mal es una novela increíblemente original, escrita con un estilo ágil y directo, cuya intriga se sustenta en un abanico de personajes que conforman una aguda radiografía social.

Reseña
 Enriquecer el género

          Si hay un género literario que ha demostrado ser permeable y muy receptivo a versiones y modificaciones es sin duda la novela negra, por suerte. Las hemos visto ya de casi todos los colores, y cuando cometemos el error de pensar que ya no nos sorprenderá nada nuevo, surgen autores empeñados en demostrarnos lo contrario.
          Así ocurre en esta ocasión con Empar Fernández y Pablo Bonell, autores que han publicado en solitario y en colaboración, expertos y contrastados en el género y que ahora han puesto negro sobre blanco sus dos grandes pasiones: la docencia y la literatura criminal. Ahí es donde llega la riqueza, no sólo en el hecho de que dos alumnos de un instituto aparezcan asesinados en el mismo centro, sino en la manera en la que ese acontecimiento es narrado, de la mano de las voces de ambos autores, que a su vez se muestran como personajes de la novela, es decir, como lo que también son, profesores de Secundaria.
          Para quienes compartimos ambos oficios, la satisfacción ha sido doble, puesto que el universo docente está reflejado en la novela con absoluta fidelidad, tanto para lo bueno como para lo no tan bueno. Y luego está la parte criminal, la investigación, la ocultación de hechos, el baile de sospechosos, el inspector Escalona, incansable y durísimo en su labor, todo ello  para quien no sea docente y únicamente aficionado al género.
           Tampoco es la primera vez que Empar y Pablo trabajan juntos, y eso se nota en la alternancia de voces narrativas, ambas en primera persona, y en la fluidez con la que van contándonos el seguimiento de la investigación, la aparición de ciertas miserias y la evolución de la trama.
          Rizando el rizo, veremos incluso cómo uno de ellos aparece salpicado como sospechoso, y de qué manera los dos autores y profesores tendrán que hacer gala de sus mayores virtudes para intentar solucionar un problema que las propias fuerzas policiales contribuyen a veces a crear.
          Jóvenes inquietos, interioridades docentes, amenazas veladas, una educación atacada por los cuatro costados, medios de comunicación, ambiciones y secretos, todo ello acompaña a los crímenes para que ningún purista del género pueda quedarse huérfano. Pero es justo reconocer una vez más el doble, o triple, mérito de esta novela, que consiste precisamente en conjugar lo misterioso con lo docente e incluso con lo metaliterario. No hay quien pueda dar más.

sábado, 6 de junio de 2020

EL EDÉN DE LAS MANITAS DE CERDO - ENRIQUE PÉREZ BALSA


(LA VERDAD, "ABABOL", 06/06/2020)

LA ESTRELLA DE QUINCE PUNTAS - NOELIA LORENZO

La estrella de quince puntas de Noelia Lorenzo por Antonio Parra


Título
La estrella de quince puntas
 
Datos publicación
Editorial Erein. Donostia 2020. 412 páginas

Autora


          NOELIA LORENZO PINO (1978 Irún) es profesora de corte y confección. Su carrera profesional está ligada al mundo de la moda, pero paralelamente, ha dedicado parte de su tiempo a la escritura, con resultados más que notables. Su gran pasión es la novela negra y en 2013 publica su primera novela, Chamusquina. Dos años más tarde, 2015, ve la luz La sirena roja, donde nos presenta a los agentes de la Ertzaintza Eider Chassereau y Jon Ander Macua. Un equipo de investigadores que reaparece en sus siguientes novelas: La chica olvidada (2016) y Corazones negros (2018).

Sinopsis de la obra

          La aparición del cuerpo decapitado de una joven en el Parque Ecológico de Plaiaundi, con las yemas de los dedos abrasadas con ácido sulfúrico, pondrá de nuevo en jaque a la unidad de investigación criminal de la Ertzaintza, que deberá enfrentarse a un asesino astuto que imposibilitará el hallazgo de pistas concluyentes en un caso en el que nada es lo que parece.
          Como telón de fondo, el día a día de los Careaga, una familia afincada en una urbanización de lujo de Punta Galea, que nos irá mostrando, poco a poco, los secretos y miserias con los que conviven desde hace muchos años.
          Como en sus anteriores entregas, la autora nos sumerge en la materia con ayuda de una pormenorizada cronología de los hechos, y vuelve a demostrarnos su maestría a la hora de describir las relaciones personales que se trenzan entre sus personajes. El suboficial Jon Ander Macua y la agente Eider Chassereau se verán inmersos en una compleja y absorbente trama en la que se involucrarán al máximo y que les conducirá a un final de vértigo que cambiará sus vidas para siempre.

Reseña
Caminos entrelazados

          Han regresado el suboficial Jon Ander Macua y la agente Eider Chassereau, gracias a la tenacidad de Noelia Lorenzo, que nos regala de nuevo una trama absorbente de la mano de la aparición de una joven decapitada, con todo lo que eso conlleva tanto para la sociedad vasca como para la propia Eider, que no puede evitar sentir un temor cerval ante la edad de su sobrina Vanesa, y la facilidad con la que cualquier joven puede quedar expuesta a la barbarie que ella acaba de presenciar.
          Amén de lo criminal, nos encontramos en esta novela dos interesantísimos cruces de caminos, por un lado el que transitan Eider y Jon Ander, que van a acusar alguna que otra sorpresa de la mano de sus exparejas, y por otro el que la rica familia de los Careaga lleva recorriendo ya algunas décadas, jalonado por su estancia en San Diego y un buen puñado de legendarias mentiras.
          El método de la autora irunesa, además de mantener esa trama criminal, radica en saber hacer confluir ambos senderos, y ver de qué manera encajan eso todos los personajes presentes en la novela, máxime cuando la muerte se cebe en uno de ellos. Mientras tanto, y en pequeñas píldoras, nos va facilitando detalles de la historia, más o menos oculta, de esta rica familia, desvelando sombras que amenazarán con invadir la propia investigación.
          En lo humano, nadie está libre de cometer errores, ni Eider ni Jon Ander, y la autora se encargará de que no lo olvidemos mientras se van aclarando algunos rastros para iluminar un poco el caso del Maniquí. El destino empezará a jugar con cartas muy marcadas hasta desembocar en un final vertiginoso en el que el lector tendrá que respirar hondo y apretarse bien el cinturón para salir indemne.

viernes, 5 de junio de 2020

METRÓPOLIS - LA VISITA DE LOS VIERNES


LA VISITA DE LOS VIERNES

    William envuelve cuidadosamente su obra entre el plástico de burbujas, la mete en su caja y aún lía ésta en un discreto papel de regalo. El crujido del celofán le sobresalta. Se ha habituado tanto al silencio que ahora cualquier distorsión le produce un escalofrío.

   Esta caja es muy diferente, en tamaño y en contenido. Aquellas maquetas de trenes que ahora se dedica a montar han conseguido llenar sus horas con una paz que durante meses creyó no poder alcanzar. Se ríe recordando aquellos otros trenes que hacían vibrar tan estrepitosamente esa otra casa, entre las risas algo avergonzadas de Tracy. El maravilloso hogar vibrante.

    Ahora parece que hubieran pasado años, que todo lo que se les vino encima durante aquella semana fuera una pesadilla de siglos pretéritos, una broma crudelísima que le guardó el destino antes de su jubilación.

   Todavía en camiseta y calzoncillos entra en la otra habitación, la que ha consagrado como museo del caso, la que le escupe a la cara fotos, pruebas, informes, declaraciones, pero sobre todo su propia incompetencia, su propia inutilidad para haberlo visto venir.

    Se detiene unos instantes en aquella imagen de David, con el brazo herido y levantado para intentar ocultar el objetivo de la cámara. Le duele especialmente el momento en el que pudieron haberlo cambiado todo, el instante en el que le tuvieron tan cerca sin saberlo, sin darse cuenta de que iban transitando un camino marcado por un ser diabólico.

    Se ajusta la corbata, la chaqueta y la gabardina. Aunque no ha vuelto a llover como entonces sabe lo traicionera que es la ciudad. Echando hacia atrás el raído sombrero va mirando por la ventanilla del taxi, y gira la cabeza al pasar frente a la comisaría, como huyendo del todo de un mundo que dejó de pertenecerle.

    Entra con paso lento en el sanatorio y repite el saludo de cada viernes, mientras recibe el reconocimiento del enfermero.

    - David Mills, por favor.