Un Chevrolet gris
Manuel
Moyano ha desarrollado un nuevo concepto de la literatura de viajes con esta
crónica, puesto que hace partícipe en ella tanto a su mujer como a sus dos
hijos, coprotagonistas de una travesía que les llevó a recorrer, en coche, un
buen número de estados norteamericanos, desde San Francisco a Nueva York, o
dicho de otro modo, de costa a costa. Narrado con una fluidez y una cercanía
extraordinarias, la crónica de este mes vacacional está teñida de varios
elementos que caracterizan a cualquier viajero, por un lado el espíritu de
aventura, dosificado en mayor o menor medida en función de los lugares y las
circunstancias, y por otro las aficiones de los participantes, que se
convierten también en motor indiscutible a la hora de trazar cualquier ruta.
Si
a esas dos premisas le sumamos la mirada certera del escritor que no deja de
observar jamás, el disfrute de la lectura se multiplica. No hay descripciones
exhaustivas ni latosas, sino imágenes filtradas por las pupilas de la familia
Moyano, por la pupila y por esas aficiones antes mencionadas: el amor por la
literatura del padre, el cine en el caso de Teresa, y el baloncesto y la música en cuanto a Carlos y Marta, además de la
curiosidad sociológica y el deseo de adentrarse todo lo posible en la
idiosincrasia de un país tan variopinto como aquél.
Por
ello es de agradecer la presencia continua, entre estas páginas, de los tres
acompañantes, el libro no hubiera sido el mismo (como tampoco el viaje) sin
ellos, y Manuel Moyano así lo reconoce en cada situación. Es delicioso el tinte
romántico de la ruta, las visitas a lugares emblemáticos estadounidenses, el
encuentro con pueblos muy diferentes, o la tradicional búsqueda de sí mismo que
lleva a cabo un español fuera de sus fronteras. Pero sobre todo es delicioso el
tono, porque hace que todos, como lectores, hayamos ido también subidos en
aquel Chevrolet gris devorando millas de estado en estado.
Travesía americana. Manuel Moyano.
Nuasícaä. Murcia 2013. 134 páginas. Precio: 14 euros.
1 comentario:
Me lo apunto, Antonio, que tiene una pinta estupenda.
Abrazos.
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