“El toro por los cuernos”
Esta frase es la que pronuncia de vez en cuando María González, la protagonista de la novelaDonde las calles no tienen nombre, con la que Mónica Rouanet llegó hasta nuestro centro para clausurar esta séptima edición de la semana literaria. Y eso fue lo que hizo ella, coger al auditorio por las solapas y regalarnos un encuentro tan interesante como afable que se inició con las palabras de la directora Inés Iglesias y la profesora Eugenia Pérez, para despedir esta edición.
De inmediato Mónica Rouanet habló a los alumnos de 1º de Bachillerato de las interioridades de su novela, de cómo planteó la creación de los personajes y la independencia de la protagonista, que busca huir de una madre castrante, doña Pilar, un personaje que, precisamente por sus tintes malévolos, despertó cierta atracción entre los lectores.
Mónica defiende, como ha hecho siempre, la necesidad de contar historias, por eso confesó que va por la calle mirando hacia arriba, a las ventanas de las casas, porque tras cada vidrio se esconde una vida, o un posible protagonista literario; en el caso de esta novela, miró hacia las ventanas del adinerado barrio madrileño del barrio de Salamanca, y así decidió hablar de las miserias y los secretos de una familia de las llamadas “triunfadoras”.
Hablando de familias, ella reconocía ser una autora que les presta mucha atención, precisamente porque no concibe la vida sin la influencia familiar, y también por el trabajo que realiza, con personas en riesgo de exclusión social, con situaciones familiares muy desfavorecidas. Pero no sólo de familias viven sus novelas, ella se empeña en crear personajes con vida propia, apoyándose en el concepto denominado “gestoforma”, que es la manera que tienen los deportistas de mostrar y ejecutar un movimiento corporal, propio y particular y por el que pueden ser fácilmente reconocidos; y eso es lo que ella pretende, que el lector pueda reconocer a sus personajes sin dudar, y que incluso tras la lectura de sus novelas, esos personajes nos sigan acompañando durante algún tiempo.
A juzgar por las preguntas que se sucedieron en el encuentro, lo ha conseguido, porque numerosos alumnos y profesores la interrogaron acerca de curiosidades de sus criaturas, cuestiones argumentales e incluso de creación literaria. Eso sí, la sesión tuvo un cierre especial para ella, porque tras leerse el epílogo de la novela, la alumna Santa García sorprendió a la autora con la creación de varias páginas en las que continuaba la acción de la novela, jugando con los futuribles literarios para hablar de la vida de María, su protagonista. Un texto que dejó a la autora con la boca abierta e incluso haciéndose preguntas sobre qué les habría ocurrido al resto de los personajes tras cerrar las páginas de Donde las calles no tienen nombre.
No podíamos pensar en una clausura mejor, y ya estamos aguardando la aparición de la tercera novela de Mónica Rouanet, que promete seguir cautivándonos con sus personajes y sus historias.
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