EL MAL CON MAYÚSCULAS
Claudio Cerdán no es uno de esos autores que se acomode en una zona de confort, él concibe la literatura como un constante desafío y en cada historia que nos cuenta echa el resto y salta escapando de su cotidianeidad, tal vez por eso cada una de sus novelas suele convertirse en un regalo. Cien años de perdón o Los señores del humo son algunos títulos señeros que ha dejado ya en el ámbito del género negro.
Ahora regresa con una
propuesta diferente, en la que combina las técnicas de la novela negra con el
misterio más adictivo y la atención a uno de los mitos más tradicionales de
nuestra literatura, llámese hombre del saco, hombre que ríe, etc. Centrando la
trama en Murcia, algo que el autor sentía como una deuda pendiente, la
desaparición de niños es el eje fundamental de la novela, al menos hasta
transcurrida una buena parte de la misma. Ahí radica otro de los méritos de
esta novela, abordar un tema que a muchos autores, y quizá a más lectores, nos
dé escalofríos, porque con él se corren muchos riesgos: caer en el dolor
gratuito, hacer del horror el leiv motiv
general de una novela, sacudir en demasía la conciencia del lector…
Son razones que deben
controlarse muy bien, y el autor yeclano ha logrado dar con la tecla para
equilibrar el extremo dolor que nos transmite con la emoción constante, la
tensión por saber si la pareja protagonista será capaz de vencer al mal,
encarnado en ese hombre alto que parece no tener rostro.
Eso es lo que ocurrirá cuando
Roberto consiga rescatar a tres niños desaparecidos hace años y sometidos a
inimaginables torturas, puesto que el investigador le rompe los planes a ese
“hombre sin cara”, encarnación pura del mal y de la aberrante experimentación
con los más pequeños, con la excusa de alcanzar novedosos avances científicos.
Desde ese momento, la
familia Cusac-Herrera no conocerá el descanso, y nosotros tampoco, los
capítulos breves de Claudio (marca de la casa) hacen que no podamos parar de
leer, ni siquiera cuando estamos inmersos en escenas en verdad teñidas de un
horror sin límites. Aun así, ese ritmo, y el incremento de la venganza como
nuevo eje narrativo, nos regalan una novela verdaderamente inolvidable y cuya
realización está al alcance de muy pocos autores.
EL HOMBRE SIN ROSTRO. Claudio Cerdán
Ed. Destino. Barcelona 2024. 432 págs.
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