NO ROBARÁS de Blas Ruíz Grau por Antonio Parra
Título
No robarás
Datos publicación
Ediciones B. Barcelona 2020. 496 págs.
Autor
BLAS RUIZ GRAU nació en 1984 en Rafal (Alicante). Autopublicó su primera obra, La verdad os hará libres, en 2012, con un inmediato éxito de ventas. Sus tres siguientes novelas –La profecía de los pecadores, Kryptos y Siete días de marzo– han alcanzado los primeros puestos en las listas de ventas de libros digitales, conquistando a cientos de miles de lectores. También es autor del ensayo sobre investigación criminal Que nadie toque nada y asiduo colaborador de la web literaria Zenda.es. No robarás supone la segunda entrega de su trilogía sobre los pecados capitales, que se iniciara con No mentirás.
Sinopsis de la obra
¿Pensabas que todo había acabado? Han pasado siete años desde los crímenes de Mors y el asesino cumple condena en un hospital psiquiátrico penitenciario, donde ha tenido tiempo suficiente para pensar y perfeccionar el plan que no pudo completar. Hasta que logra burlar todas las medidas de seguridad y escaparse de la cárcel.
¿Que no habría más muertes? Cuando el policía Nicolás Valdés recibe la noticia de la fuga, sabe que solo él podrá atrapar de nuevo al psicópata. Lo que no se imagina es que sus peores pesadillas están a punto de convertirse en realidad: esta vez, él mismo está en su punto de mira… Si creías que ibas a poder dejar de leer… te equivocabas.
Reseña
Más adicción
Describe la RAE como adicción aquella dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio físico, una definición un tanto rígida si le concedemos al término únicamente condiciones negativas. Pero como el lenguaje es mágico y la lengua algo vivo, nos quedamos con la segunda entrada: “afición extrema a alguien o algo”, porque es la que mejor ilustra lo que siente el lector de Blas Ruiz Grau al encarar esta segunda entrega de su trilogía sobre los pecados capitales.
Todo el sufrimiento y la tensión que experimentamos en No mentirás vuelven a resucitar bien pronto, justo cuando el psicópata asesino Fernando Lorenzo logra fugarse de la cárcel y con ello revive los fantasmas que ya creíamos exorcizados siete años atrás, cuando el alicantino pueblo de Mors se vio sacudido por una serie de brutales y seriales asesinatos.
Es decir, que nos encontramos con un recluso huido, y al mismo tiempo con un personaje al que en la primera entrega tal vez no llegamos a conocer bien, mientras que ahora sí veremos de qué pasta está hecho, sobre todo por las acciones que comete, y es que su crueldad no sólo está intacta tras su paso por la cárcel, sino que incluso va creciendo con cada uno de los nuevos crímenes.
Así las cosas, los inspectores que ya le sufrieron, Nicolás Valdés y Alfonso Gutiérrez, reinician una carrera de fondo intentando adelantarse a sus pasos, dominando sus impulsos de acabar con un ser diabólico, para lo cual vuelven a necesitar mucho temple, e incluso la ayuda de una inspectora jefe del Servicio de Análisis de Conducta, la incombustible y rocosa Sara Garmendia.
La investigación nunca es fácil, la huella de Lorenzo es intermitente porque sabe bien cómo ocultarse, cómo borrar su rastro, y los métodos policiales son perfectamente descritos por un autor cuya preocupación por conocer esos procedimientos ha sido siempre notoria, llegando aquí incluso a perfeccionar sus conocimientos forenses, ya que son una parte fundamental de dicha investigación, como en cualquier crimen real, en los que la criminalística y la ciencia forense tienen cada vez más peso.
La pregunta es si esta adicción tiene cura o terminará algún día, y la respuesta probablemente sea negativa. Adentrarse en estas páginas, con la agudeza y el estrés de Valdés, la fachada de duro de Gutiérrez o las reticencias y la sagacidad de Garmendia, amén del ingenio y la maldad de Fernando, es un ejercicio del que el lector no saldrá indemne, pero sí contagiado al menos hasta que el autor tenga a bien regalarnos la tercera pieza de este poliedro que tiene demasiadas aristas, que raspa con cada entrega, y que nos convierte, si acaso no lo éramos ya, en irredentos aficionados a los crímenes y a la forma de contarlos de Blas Ruiz Grau.
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