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lunes, 18 de abril de 2022

ENTREVISTA EN LA OPINIÓN

 LITERATURA

ANTONIO PARRA SANZ Escritor

Antonio Parra Sanz: "Le he dejado a Sonia Ruiz una huella que no va a olvidar con facilidad"

Asier Ganuza

11·04·22 | 06:00


Antonio Parra Sanz hojea 'Entre amigos' en el IES Mediterráneo, donde es profesor.

    Es el responsable de firmar el último caso de la detective Sonia Ruiz, protagonista de la serie SeisDoble de la editorial Menoscuarto que iniciaron en 2016 Lorenzo Silva y Noemí Trujillo. Su aportación se titula 'Entre amigos' y ya está en librerías

    Reconoce Antonio Parra Sanz (Madrid, 1965) que el ‘noir’ le tira más que cualquier otro género. Culpa de ello a Raymond Chandler y a Vázquez Montalbán, causantes de que lleve años enamorado de las novelas de misterio. Pero el polifacético autor –porque también escribe relatos– no solo lee a los clásicos. También sigue muy de cerca a los nuevos autores, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta que hablamos de uno de los responsables de las jornadas literarias Cartagena Negra. Por eso lleva años atento a las historias de la detective Sonia Ruiz en la serie SeisDoble, que iniciaron Lorenzo Silva y Noemí Trujillo con Nada sucio en 2016. Así que cuando la editorial Menoscuarto le propuso continuar añadiendo casos a este universo –cuatro entregas después de aquel texto matriz, cada una de ellas firmada por un autor diferente–, él no dudó un segundo. Poco meses después, el resultado de esta colaboración ya está en librerías bajo el título Entre amigos (2022). Hablamos con él para conocer su experiencia.


    P: Bueno, cuénteme: ¿Cómo nace este proyecto, que es un poco especial? ¿Es un encargo de Menoscuarto?

    R: Sí, es un encargo. Este es un proyecto que nació de la mano de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo con Sonia Ruiz como protagonista, una detective privada muy peculiar. Y la idea era que ellos sentaran las bases del personaje −de los personajes, en realidad− y que, en cada nueva entrega, autores diferentes fueran completando su historia (más allá de que cada libro es autoconclusivo). Así, les siguieron Andreu Martín, Esteban Navarro, Claudio Cerdán, la pareja que firma como Jazz Bocanegra (Ángel Vallecillo y Vicente Álvarez) y, ahora, yo. Y la verdad es que es un proyecto muy atractivo porque cada nuevo escritor que se une a esta cadena literaria tiene que recoger todo ese universo que han ido construyendo sus predecesores; y luego tiene libertad absoluta para desarrollar su propia trama, pero respetando esas líneas generales que se han ido consolidando durante las diferentes entregas.

    P:¿Y contento de participar?

    R: La verdad es que para mí fue un alegrón que me lo propusieran porque llevo siguiendo esta serie desde sus inicios. Acepté encantado, claro, y se gestó durante el pasado verano. Su publicación se retrasó (porque debía haber salido a final de año), pero por fin está en la calle y yo estoy muy contento de que así sea.

    P: Por cierto, parece que la editorial le ha pillado el gustillo a los autores murcianos, ¿no? Esteban Navarro, Claudio Cerdán, ahora usted...

    R: No lo había pensado, pero lo cierto es que sí. Esteban es moratallero, Claudio es yeclano... y ahora me ha tocado a mí. Quizá eso signifique algo que llevamos reivindicando mucho tiempo, y es que la literatura que se hace en la Región tiene calidad. Y ha sabido salir de su territorio y expandirse.

    P: Volviendo a Entre amigos, antes señalaba que cada nuevo autor que se une a esta saga debe recoger ese universo que se ha ido construyendo, en su caso, durante los cinco libros anteriores. ¿Cómo es trabajar así? Porque supongo que siempre hay cosas que quizá usted hubiera desarrollado de otra manera...

    R: Pues sí..., pero bueno, para mí fue bastante fácil sumergirme enseguida en ese universo. Para empezar, porque conocía la serie, y, en especial, a Sonia. Creo que lo más importante es comprender su psicología, saber por dónde se mueve y qué la mueve; si tienes eso, lo demás es sencillo. De hecho, yo, por ejemplo, he respetado a algunos personajes, circunstancias de otros libros, etc. Pero no había nada en los libros anteriores que fuera lo suficientemente estricto como para no tener libertad de movimientos. Y esa es la magia de este proyecto. Eso y dejar siempre alguna puerta abierta o un hilo tendido por si el siguiente quiere tirar de él...

    P: ¿Y eso le ha condicionado a la hora de escribir su historia? Lo de tener en cuenta también que, tras usted, vendrán otros, digo.

    R: No especialmente. Sobre todo porque, como decía antes, son historias autoconclusivas. Yo tenía un caso en la cabeza, sabía como iba a desarrollarse y cuál iba a ser su final, y así lo escribí. Aunque sí que a veces vas dejando... eso, algún hilo del que poder tirar, un pequeño guiño para el siguiente autor. Si lo quiere retomar, bien, y si no, pues tampoco pasa nada.

    P: ¿Fue difícil dar con el caso que usted quería narrar? Lo digo porque entonces ya iban cinco libros de la serie y supongo que la idea es ser un poquito original...

    R: Lo cierto es que hasta ahora han sido todos casos muy dispares. Unos totalmente ajenos a Sonia −a los que se acercaba de manera exclusivamente profesional−, otros que le han tocado más de cerca... Yo quise seguir esta segunda línea, pero involucrando personalmente a la detective más que nunca: poniendo en el centro de la trama a su compañero Pau. Y creo que lo he conseguido, y que es algo que no se había hecho antes en esta serie. Se han explorado vertientes amatorias, sexuales, de solidaridad femenina, de distancias generaciones..., pero es casi la primera vez que alguien muy cercano a Sonia se ve en grave peligro. Así que estoy bastante satisfecho: hice lo que quise, llegué a donde quería llegar y puse a la detective donde quería ponerla. Además, esta historia le ha dejado una huella que no va a olvidar con facilidad...

    P: ¿Cómo era la detective Sonia Ruiz que se encontró tras Bala perdida (2021) y cómo es la que deja al que continúe la saga?

    R: En esa quinta entrega, Sonia estaba un poco más desplazada de lo habitual, ya que hay un caso abierto que afecta especialmente a otro detective. Pero, más allá de ello, yo me he encontrado a una mujer de cerca de cuarenta años que mira dentro de sí y se hace preguntas: qué está haciendo con su vida, el porqué de los fracasos sentimentales que lleva a cuestas, dudas sobre su desempeño profesional... Y he intentado que el lector perciba qué puede haber dentro de la cabeza de una chica de su edad que está pasando revista y que, al hilo del detonante de Entre amigos, empieza a cuestionarse ciertas cosas. De todas formas, tampoco tiene mucho tiempo para debates internos porque pronto la acción empieza a acelerarse y no le da tregua. Quizá eso también me lleva a dejarle al siguiente escritor un personaje principal que, tras todo ese proceso personal, decide que lo mejor es tirar por la calle de en medio.

    P: Por cierto: acabamos de estrenar este 2022 y Entre amigos es su primera publicación en lo que llevamos de año; pero todavía se encuentra presentado otro libro: Los muertos de las guerras tienen los pies descalzos (2021), otra novela negra, junto a Alfonso Gutiérrez Caro, así que aprovecho la coyuntura. ¿Era la primera vez que escribía una novela a cuatro manos?

    R: Sí, era la primera vez. Pero, para mi sorpresa, fue tremendamente fácil. Yo tenía ciertas dudas porque nunca lo había hecho (y ya sabes tú que los escritores somos muy peculiares, muy raritos...). De hecho, tenía más miedo por mí (por mis manías) que por él [Alfonso Gutiérrez Caro], pero todo fue bastante fluido. Yo tenía un esbozo de una historia −apenas unas líneas− y curiosamente coincidía con algo que él tenía ganas de hacer desde hace tiempo, y como nos habíamos leído mutuamente y confiábamos en la voz literaria del otro, nos embarcamos en esta aventura. Así que por experiencia puedo decirte que escribir un libro a cuatro manos es fácil si escuchas, respetas y empatizas; si tienes eso, es bastante sencillo aceptar sugerencias, sugerir cambios y hacer que todo tenga un ritmo común. Al final, ambos quedamos muy satisfechos. 

    P: En esta ocasión, sus protagonistas son Samuel Alonso y Sergio Gomes, cada uno con un caso. ¿Cómo trabajaron? ¿Cada uno se encargó de una trama y luego se coordinaron?

    R: Pues, al principio (diría que durante el primer tercio del libro) cada detective tiene un caso del que ocuparse, efectivamente, así que cada uno escribía el suyo; eso sí, sabiendo que en un momento dados sus investigaciones iban a confluir, con lo que pactamos una línea común desde que se encontraran. Y, a partir de ahí, hicimos un capítulo cada uno. En este sentido, nuestra preocupación era −sobre todo en los diálogos− ser capaces de reproducir la voz del otro personaje de forma correcta, pero, sorprendentemente, no tuvimos que retocar casi nada. 

    P: El caso es que al final siempre vuelve a la novela negra... ¿Es el género en el que más cómodo se siente?

    R: [Ríe] Si, la verdad es que sí. Alguna otra cosa he escrito (relatos, artículos de opinión...), pero sí, es el género en el que más a gusto me encuentro. Además, como decía Raymond Chandler, el ‘noir’ es un género en el que, en caso de duda, basta con poner a un tío con una pistola para que empiecen a pasar cosas [Risas]. Pero bueno, supongo que es porque lo conozco bastante, porque he leído mucho. El propio Chandler y Vázquez Montalbán tienen buena culpa de ello. Pero, de vez en cuando, sí que me apetece salir de esa... no diría ‘zona de confort’, pero sí de mi ecosistema habitual. Y hay planes y proyectos pendientes al respecto.

    P: Entonces, ¿tiene ya algo entre manos?

    R: Pues tengo un proyecto de relatos negros protagonizados por Sergio Gomes, mi detective de cabecera. Y una novela larga que no sé si será negra, pero, como mínimo, gris oscura. Te diré que también tendrá algo de humor y que habla del mundo de la televisión. Es bastante disparatada, diferente. Mi intención es terminarla este año porque me está quitando ya mucho tiempo y es algo que ya he postergado demasiadas veces. Y, bueno, alguna cosilla más también tengo en mente... Como decía Antonio Orejudo, siempre hay algún argumento en la olla.

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