EL
ROSTRO DE LOS LIBROS
Salvador Martínez coordinó la mesa redonda de dedicada al
diseño de portadas, y contó en ella con la colaboración de Fernando Fernández,
responsable de las editoriales Alfaqueque y La Fea Burguesía, y con el
diseñador cartagenero Pablo Manuel Moral. El propio Salvador fue quien rompió
el hielo ofreciendo a los asistentes una somera panorámica de cómo han ido
evolucionando las técnicas y tipologías de las ilustraciones y las portadas de
los libros, especialmente desde el siglo XIX en adelante. De igual modo resaltó
la manera en la que tanto la pintura como los grabados se han puesto al
servicio de la literatura.
Por su parte, Fernando Fernández se declaró portadista casi
por accidente, puesto que al dirigir editoriales pequeñas se ve obligado a
realizar los trabajos más variopintos, aunque obviamente no habría podido
lanzarse al ruedo de la ilustración o el diseño de no haber tenido sus
rudimentos. En cambio, Pablo Manuel Moral, que sí es un diseñador al uso, habló
sobre la mecánica de trabajo que debe desarrollar para crear una portada, los
factores que se deben tener en cuenta, la imagen, el público al que el libro va
dirigido, la idiosincrasia de lugar de publicación y otras cuestiones de
mercado que siempre deben ser consideradas.
Todos coincidieron en señalar las dificultades que salpican
al diseño, sobre todo cuando hay que llevarlo a cabo, debido a que es entonces
cuando entran en juego terceras personas que son las que tienen que convertir
en realidad lo que ellos han creado sobre el papel, y suele ser ahí donde
surgen los problemas. De igual modo, analizaron la conveniencia de que las
editoriales logren difundir su marca, gracias al tipo de portada que utilicen,
manteniendo así una imagen que el lector pueda reconocer de un primer vistazo.
Pablo destacó también la relación que suele mantener con
los escritores, otro punto bastante delicado, puesto que esa relación no es
nada fácil, ya que a veces el diseñador tiene que ejercer casi como psicólogo
del autor, hasta lograr comprender lo que él desea realmente como portada o
imagen de su obra. Finalizaron hablando del mercado de las imágenes para los
libros, o las misceláneas, bancos visuales para diseñadores, depósitos de
imágenes que se pueden adquirir y que a veces facilitan su trabajo, aunque con
el riesgo siempre de caer en la repetición, como ya le ha ocurrido a alguna que
otra editorial de relumbrón, y es que, como bien señalaron, se cometen mil
tropelías en la red a la hora de capturar imágenes para convertirlas en portadas
de los libros.
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