ENTRE
LIBROS Y FOGONES
Tenía que ser por la mañana, casi a la hora del aperitivo,
cuando se celebrara una mesa en la que se analizó la presencia continuada de la
cocina en la literatura desde los tiempos más remotos, es decir, desde los
mismísimos dioses griegos y los clásicos literarios. Coordinada por Eugenia
Pérez Zarauz, completaban el grupo José Francisco Martínez, Leticia Jiménez y
Obdulio López (Maese Obdulio para quienes saben de las habituales tertulias del
ELACT). Y además contamos con una visita muy especial, la de Mª Dolores García
Ayala, una cocinera ciega y apasionada lectora que imparte talleres de cocina
para invidentes, y cuya presencia debemos a la colaboración de la ONCE, en una
buena muestra de cómo nuestro encuentro va abriéndose a todos los sectores
sociales.
Poco a poco fueron degustando el menú literario que habían
preparado, José Francisco Martínez empezó por la Prehistoria y la forma en que
nuestros primeros antepasados percibían las sensaciones gustativas y
sensoriales, para hacer después la pertinente parada en Roma y continuar con la
evolución puramente gastronómica en la Historia y en Cartagena, sobre cuyas
riquezas alimenticias, antiguas y actuales, se explayó Obdulio López. De la
literatura clásica española se fueron encargando Eugenia Pérez y Leticia
Jiménez, al tiempo que mostraban ejemplos actuales de obras que tienen en sus
páginas una buena propuesta culinaria, hasta el punto de que hay algunas en las
que la cocina y sus profesionales se han convertido en los verdaderos
protagonistas.
Mª Dolores García nos habló de su paso por el concurso
Master Chef, satisfizo unas cuantas curiosidades entre el público y compartió
con todos su pasión por la novela Como
agua para chocolate, que se extendió luego a otra novela, Afrodita, textos ambos que estimularon
tanto sus ganas de disfrutar de la literatura (a través del Braille y de
audiolibros) como su afición por los fogones, de los que nos transmitió otras
muchas virtudes que a nosotros se nos escapan, tales como los sonidos, fundamentales
para ella a la hora de manejar los “tempos” culinarios.
Por supuesto, no faltaron las muestras de la cocina en la
novela negra, un auténtico aluvión que se repartieron José Francisco y Leticia,
dando buena cuenta del auge de platos y elaboraciones, que incluso han generado
la publicación de recetarios recogiendo las excelencias aparecidas en diversas
series, como las de los comisarios Brunetti o Montalbano, o el inspector
Maigret, sin olvidar a nuestro Pepe Carvalho, posiblemente el mayor gourmet
negro que haya tenido la literatura.
Y ya cuando el hambre apretaba de verdad, Mª Dolores puso
el colofón leyendo en Braille un par de fragmentos de la novela de Laura
Esquivel, demostrando que le pone a la lectura tanta delicadeza como
posiblemente le ponga a su cocina. Después le toco a Maese Obdulio hacer frente
a las exigencias de unos comensales que disfrutaron con sumo placer de media
docena de sus típicos platos.
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