Algo huele a podrido en
Ya sólo falta que algún dietista iluminado elimine la pasta de los menús o que atenten también contra el “calcio”, el tercer pilar italiano, y el final de nuestra civilización estará cada vez más cercano. Lo más curioso es que los responsables de la seguridad, en ambos casos, han quedado en entredicho, por mucho que el portavoz papal, Federico Lombardi, se excusara argumentando que no se puede blindar al pontífice. Hombre, blindarlo no creo, pero aprender de los errores sí, sobre todo cuando justo un año antes, la exaltada Sussana ya lo había intentado en las mismas circunstancias. Si es que no se puede pretender que esa guardia suiza, con esas pintas de modelos de Ágata Ruiz de
Igual la pobre Sussana estaba descontenta porque el insigne Ratzinger 16 (si tenemos un CR9, a ver por qué no podemos tener un JR16) decidió, por su cuenta y riesgo, que este año
Como sigan así, van a necesitar a más de un padre Karras, y eso que la niña de la película tenía casi más parecido con Il Cavaliere Silvio que con la pobre Sussana, que dicen tiene ya unos cuantos desequilibrios mentales a cuestas. Deberían aprender nuestros vecinos italianos, y no será porque no tengan una amplia tradición en atentados o tiranicidios, que les pregunten si no a los descendientes de los césares o de los Borgia, más vale que cambien de expertos protectores, que parece que les hubieran dado clases de seguridad los escoltas de Kennedy o del propio Michael Jackson.
3 comentarios:
Así vamos, amigo mío. Si ya lo anuncia la iglesia de San Paolo extra muros. Escasos son los medallones en blanco.
Estupendo lo de la guardia vaticana y sus modelitos.
Un saludo.
Este mismo mes han programado esta película en la Filmoteca de Barcelona, y aunque casi me sé algunos diálogos de memoria, no he podido dejar pasar la ocasión de verla en pantalla grande, en la vieja sala enorme y oscura, con olor a butacas enmohecidas. Un enorme placer que a veces es difícil explicar a quien no lo comparte (seguro que no es el caso). A veces pienso que es el poder de Cristo el que me obliga...
¡El poder de Cristo me obliga!
¡¡El poder de Cristo me obliga!!
¡¡¡El poder de Cristo me obliga!!!
Ya echábamos de menos tu linterna mágica, Antonio. Andábamos algo a oscuras, jaja.
Un abrazo,
Gonzalo
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