De vez en cuando
De
vez en cuando la literatura nos besa en la boca, y nos demuestra que, además de
ser una amante impetuosa, también puede regalarnos un amor duradero, uno de
esos que nunca se pierden, uno de esos amores por los que uno regresa a casa
cada noche dejando tras de sí cualquier sinsabor. Mónica Rouanet ha obrado esta
especie de prodigio con una novela que no sólo arrastra al lector por las
solapas desde la primera página, sino que primero le coge de la mano, luego
entrelaza sus dedos, y finalmente le toma por la cintura con el amartelamiento
de las buenas historias, las que hablan de la naturaleza humana, sin más
estridencias que las de propio vivir.
Y
es que las relaciones entre Tano y Hans, dos jóvenes estudiantes de los años
ochenta, reencontrados treinta años después, no son más que una suma de las
conductas que la mayoría de nosotros hemos encontrado a lo largo de nuestros
caminos vitales, aunque no tuviéramos luciérnagas que nos guiaran con sus
luces. Fidelidad frente a tradición, estudio frente a desidia, envidia frente a
generosidad, aceptación frente a exclusión social, familia frente a amistad,
disciplina docente frente a confidencialidad, amor frente a sexo, seducción
frente a cordura, y así hasta alcanzar cierta madurez, hasta clarificar cuál es
la senda por la que cada uno seguirá trazando su vida.
Un
accidente de tráfico pondrá de nuevo a Hans en mitad de la existencia de Tano,
ahora secretario judicial, y desde ese momento Mónica Rouanet logra una
narración que son dos, debido a la alternancia entre la época actual y el
pasado estudiantil de ambos personajes, la compañía de Paula y Encarnita, la
solicitud de la familia de Tano, e incluso los curas del colegio, acogiendo
entre sus paredes al desamparado pero nunca desubicado alumno Hans.
Amén
de la afición por la onomástica curiosa, un punto de humor del que su autora se
aprovecha a modo, la calidad literaria de la novela constituye uno de esos
milagros de fluidez lingüística, cuando cualquier lector puede hablar de la
sencillez de las palabras utilizadas, sencillez aparente porque es la que
acarrea detrás un gran trabajo de escritura. Ya se ha mencionado el mérito de
las dos líneas narrativas, pero no está de más subrayar el ‘tempo’ que la
autora le concede a cada una de ellas, y el modo, dosificado y con una cadencia
magnífica, con el que se le van desvelando al lector los secretos ocultos tras
treinta años de silencios. Nadie se arrepentirá de leer esta novela, y mucho
menos de seguir a las nuevas luciérnagas que seguro vendrán de la mano de
Mónica Rouanet.
El camino de las luciérnagas. Mónica Rouanet.
La Fea Burguesía. Murcia 2014. 312 páginas. 10 euros.