Móvil perpetuo
Así
se mueve esta novela, sometida a la fuerza de una triple gravedad narrativa,
porque el suizo Joël Dicker ha logrado armar un engranaje magnético con tres
tramas convertidas en una, y el lector se ve zarandeado por ellas desde las
páginas iniciales, mientras se va estimulando su curiosidad hasta el punto de
no poder abandonar la lectura con facilidad. Agasajado por la crítica de media
Europa, este joven autor ha demostrado tener una potencia creativa de muchos
quilates, porque sólo así se puede explicar la brillantez con la que entrelaza
contenidos negros, amorosos e incluso metaliterarios. Y además lo hace
manejándose en tres planos temporales (1975, 1998 y 2008), sin que el lector
sufra ninguna clase de vértigo en cada uno de los saltos.
La admiración
que el escritor Marcus Goldman siente por el que fuera su maestro literario,
Harry Quebert, marca el inicio de la novela, cuando el joven neoyorquino vuelve
a refugiarse en New Hampshire en busca de una inspiración que cree perdida tras
el monumental éxito de su primera obra. A partir de ahí, todo se irá
acelerando, y Dicker empieza a suministrar pequeñas píldoras de efectos tan
alucinógenos como retardantes: el hallazgo del cadáver de Nola Kellergan en el
jardín de Quebert, el descubrimiento de la pasión que el escritor mantuvo
oculta, treinta y tres años atrás, por la quinceañera Nola, una suerte de
Lolita campestre, la cerrada sociedad de una pequeña localidad como Aurora, e
incluso los entresijos del siempre voraz mundo editorial norteamericano, donde
el marketing y la publicidad pasan por encima de la literatura como
apisonadoras borrachas.
Con una
estructura muy ágil, Dicker nos permite seguir la investigación que Goldman
emprenderá para limpiar el nombre de su mentor, al tiempo que nos presenta una
galería de personajes que no tiene desperdicio: el predicador atormentado, la
camarera insatisfecha, el chófer discriminado, el rico que intenta limpiar su
conciencia, el policía pueblerino, el editor carroñero, el agente federal
descreído, la jovencita fácil de ilusionar…, y sobre todo, los dos escritores
que han tratado de construirse su propia imagen gracias al triunfo literario.
Eso sí, que nadie se relaje durante la lectura, porque las sorpresas irán
cayendo como fruta madura, y los juegos mentales y nemotécnicos que irá
proponiendo Joël Dicker harán cierta una de las frases que Harry Quebert le
regaló a su discípulo Goldman: “la mejor novela es aquella que nunca deseamos
terminar de leer”. Algo así experimentará el lector cuando se decida a abrir
las páginas de esta novela y poner en marcha su diabólico mecanismo.
La verdad sobre el caso Harry
Quebert. Joël Dicker.
Alfaguara. Madrid 2014. 672 páginas. 22 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 17/5/2014)
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