Dolores Haze
Puede
que el apellido descoloque, pero hablamos nada menos que de Lolita, la criatura
inmortalizada por Vladimir Nabokov, inmortalizada pero también vejada y violada
en su juventud a cambio de prestar su nombre para la galería de los clásicos y
tópicos de la literatura occidental. Esa repetición del título de la novela,
cada noche, es empleada por Lola López Mondéjar para que el lector recuerde
cuánto duraba la tortura de su homónima.
Esta
novela, valiente, cuenta con tres planos que no dejarán indiferente al lector,
en primer lugar asistimos a los últimos meses de Dolores Schiller, desahuciada
por un cáncer de páncreas que le obliga a darse prisa en ajustar cuentas con el
destino. El segundo de ellos le corresponde a Lolita, o a Dolores Haze, madre
de la enferma, cuyo diario infantil vamos conociendo hasta la aparición del
monstruoso Humbert Humbert.
El
tercero de ellos podríamos decir que se lo reserva la propia Lola López
Mondéjar para el último tercio de la novela, porque en él deja aflorar a la
psicoanalista que lleva dentro y, aunque haciéndolo a través de la voz de
Dolores Schiller, nos lanza un buen puñado de reflexiones acerca de la
brutalidad del trato que sufrió Lolita, lo injusto del mismo y cómo la novela
de Nabokov parecía que le otorgase a la pederastia una especie de halo mágico
capaz de borrarle cualquier recriminación moral. Además, provoca el debate de
jugar a imaginar si en caso contrario, es decir, una mujer madura abusando de
un jovencito, se habría creado también una figura semejante a la “lolita” que
se ha incorporado al mundo sexual de los últimos tiempos.
Una
novela, por tanto, muy interesante no sólo por ese reparto de planos, sino
también porque nos hará reflexionar acerca de la inevitabilidad de la muerte,
de la metaliteratura y de las relaciones o ausencia de las mismas que todos
podemos experimentar, por no hablar del retrato de ciertas costumbres
norteamericanas dañinas que tuvo que sufrir la joven Dolores, y de las
justificaciones que el propio Humbert, incorporado también como personaje, le
lanza al lector, como si con ello pudiera justificar lo injustificable.
Cada noche, cada noche; Lola López Mondéjar
Siruela, Madrid 2016. 196 páginas.
(Revista Letras de Parnaso, Núm. 44, Mayo 2016)
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