UN MUNDO FELIZ
Los
niños al Bernabéu, las niñas a hacer ganchillo o a visitar comedores sociales,
Franco ha inaugurado un nuevo pantano, las autoridades eclesiásticas descubren
que las mujeres tienen alma, incluso podrán votar en un futuro muy muy lejano,
Fraga se ha bañado de nuevo en Palomares, y no hay patrocinador que sufrague
este viaje por el túnel del tiempo. Sólo las dos primeras aseveraciones de la
lista anterior son ciertas, aunque a estas alturas los jefes del Colegio
Religioso Juan Pablo II (flaco favor le hacen a la figura de aquel pontífice
con barbaridades como ésta), de Alcorcón, ya se han apresurado a desmentirlas,
especialmente alegando que todo es falso porque “las clases de ganchillo están abiertas a todos los alumnos”, de la
visita al Bernabéu, en cambio, ni palabra, no sabemos si las féminas tendrán el
honor de pisar su césped u hollar sus asientos con tan nobles posaderas.
La
versión cinematográfica más reciente (a falta de la que prepara Spielberg) de
la novela de Aldoux Huxley es de 1998 y en ella los actores Peter Gallagher y
Leonard Nimoy, entre otros, dan vida a esa sociedad utópica y dictatorial que
separaba a los humanos en castas, y en la que los niños eran concebidos en
probetas y genéticamente condicionados para pertenecer a varios grupos: la
elite (Alphas), los ejecutivos (Betas), los empleados subalternos (Gammas), y
los Deltas y Epsilones, a los que les esperaba el trabajo más arduo y
desagradable. En este colegio madrileño lo han reducido todo mucho más, estamos
en España, así que aquí no nos andamos con zarandajas, y distinguimos entre dos
tipos de seres: los hombres, llamados a manejar los destinos del mundo, y las
mujeres, cuyo fin en la vida será el de procrear y alimentar a la prole, al tiempo
que hacen más placentera la vida de ese líder indiscutible que es el varón, ya
saben: esposa y sierva.
La
dicotomía se ha dado, no me tomen por avieso o malintencionado, en una simple
actividad extraescolar, o sea que no es para tanto, porque en las clases, las
programaciones y demás actitudes del día a día del colegio, seguro que la
igualdad y la democracia están más que garantizadas. No puede ser de otra
manera en un centro que tiene en su fachada la siguiente inscripción: “Educar
en la verdad para ser libres”, cómo vamos a dudar de ellos con semejante frase,
ni que tuviéramos el alma negra, por favor, yo tampoco dudaba lo más mínimo de
la bondad de otros lugares en cuyas puertas se podía leer aquello de: “El
trabajo os hará libres”, allá por ciertas localidades alemanas de los años
cuarenta.
Como
ya hemos dicho, todo se ha desmentido, las acusaciones provienen de un
contubernio judeomasónico de rojos y demás progresistas que pretenden manchar
la buena reputación de este colegio CONCERTADO, es decir, sostenido en una
parte no pequeña con fondos públicos, que a nadie se le olvide. A los que
trabajamos en la educación pública nos tildan de egoístas y a veces hasta de
vagos, me pregunto qué barbaridad habrá que hacer para que a uno de estos
centros PRIVADOS las autoridades educativas le retiren el concierto o la
subvención correspondiente. No quiero túneles en el tiempo ni saltos sin red,
sólo en el cine, pero como se permitan este tipo de deslices –y ahora soy yo el
modoso con los términos-, tiraremos por el retrete casi un siglo de lucha por
la igualdad entre sexos. Así que si me quieren dar soma para que no piense,
como a las criaturas del mundo de Huxley, al menos tengan un poquito más de
ingenio.
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