Una mascota como regalo de cumpleaños. Un clásico que nunca falla. Hacerse mayor y sumar un integrante más a la familia. Eso es lo que pensaron Antonio Parra, novelista y colaborador de 'La Verdad', y su hijo. Y así lo hicieron. La mujer de Antonio celebraba su aniversario y recibió un presente muy especial. Fue 'Dardo', un perro schnauzer (raza alemana que debe su nombre al bigote que atesoran estos animales) que tiene 12 años pero que llegó como un lindo cachorro en 2007. El nombre se lo puso su dueña porque, según el novelista, «se movía de un lado para otro sin parar». Él reconoce que le hubiera puesto otro: «Quería llamarlo 'Trotsky', porque me recordaba al político ruso por su bigote, pero no hubo elección».
La llegada de 'Dardo' a casa cambió los hábitos de Antonio y los suyos, pero pronto se acostumbraron a que fuera uno más en la familia. La veteranía del perro le hace ser sosegado y apenas da trabajo a sus dueños. De hecho, al novelista en muchas ocasiones se lo quita: «Me aporta tranquilidad, además de ser muy cariñoso. Estar con él te permite ver el mundo de otra manera. Paseándole me ha surgido alguna que otra idea en mi trabajo». Es fiel y obediente, aunque la edad le ha multiplicado los ladridos y le ha vuelto un tanto gruñón. Pero sin llegar a más, porque como asegura el escritor, «hace gala del refrán 'perro ladrador, poco mordedor'».
'Dardo' y su amo vivieron una época más que difícil cuando el animal se intoxicó con una procesionaria. Fueron unos días que Antonio no olvidará jamás porque sentía que era el adiós de su mascota: «Estuvimos a punto de perderlo. Tenía hemorragias, y cuando me miró en el veterinario sentí que se estaba despidiendo y que se podía ir. No olvidaré esa mirada de miedo en mi vida. Afortunadamente, no llegó a chupar la procesionaria, solo la olió. Es el único percance que hemos tenido».
'Dardo' disfruta con sus juguetes, una pelota o una simple piedra lanzada por su dueño. Le encanta tumbarse al sol: «Es como si recargara las pilas», señala Antonio. Pero si algo adora el perro es comer. Si fuera por él se pasaría el día haciéndolo. Rodea a sus dueños cuando están en la mesa y siempre recibe premio a la insistencia. Un día el animal prefirió no esperar a Antonio y los suyos y decidió servirse él primero, dejando la mejor anécdota de estos 12 años: «Preparamos un aperitivo en una mesa baja en el salón, fuimos a la cocina, y al volver un minuto después faltaba un trozo de tortilla. La cogió con una precisión de cirujano sin tirar nada. Ese es 'Dardo'».
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