JUBIILACIÓN
Bueno, esta casa parece seria, aunque vivir aquí, junto a
un cementerio en pleno Brooklyn, tampoco es muy habitual. Eso sí, tranquilo
seguro que sí lo es. Vaya, una mujer asomada a la ventana en la casa de
enfrente, silbando tranquilamente, tal vez debería ir a preguntarle, puede que
ella conozca a los Brewster y me pueda dar algún detalle más de lo que esté
ocurriendo.
Porque Mortimer ha sonado muy extraño, tres ingresos, qué
barbaridad, y yo documentos sólo traigo para uno, aunque el jaleo enorme que se
oía por el teléfono igual me tendría que haber prevenido. Pero no, siempre ha
sido muy honesto, y muy centrado para ser un autor teatral. Incluso he oído por
ahí que iba a casarse, quizá así se asiente ya del todo, porque con la herencia
que arrastra…
Pero ya estoy otra vez. No presuponer, no juzgar, no
chismorrear, se firman los papeles, aviso a los muchachos, zanjamos el asunto
cuanto antes y a descansar, ellos, el interno y yo, como debe ser.
Vaya, parece que haya mucho movimiento ahí dentro. Otro
tipo que asoma a una ventana, me recuerda a Boris Karloff, qué cosas. Al final
el cansancio me va a jugar alguna mala pasada. ¿No decía? ¿Pues no oigo ahora
cornetas? Vamos, White, no seas absurdo, será algún taxista gracioso, piensa,
piensa, tres meses, tres meses, repítelo sin cesar hasta que te lo metas en la
cabeza.
No me han dejado ni llamar a la puerta, Mortimer casi me
arranca el brazo para hacerme entrar, aunque con el jaleo que hay aquí no me
extraña, qué de voces, si hasta las tías andan gritando. Ah, ahí está Teddy, es
el único que parece contento, con esa, esa…, vaya, sí, es una corneta, había
oído bien.
Bueno, despleguemos los documentos y acabemos cuanto
antes, no sé qué he escuchado por ahí de que alguien debe irse a Panamá.
- Teddy, ven a saludar al señor Whiterspoon, necesita una
esclusa nueva en Happy Day.
Tres meses, tres meses, no dejes de repetirlo, por lo que
más quieras, White.
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