SESIÓN CONTINUA
Como
en los buenos cines de antes, Ana Ballabriga nos regaló un programa doble para
hablar de las relaciones entre la literatura y el cine, concretamente en lo que
a guiones y adaptaciones se refiere. La sesión se inició con la lectura del
microrrelato Un encuentro casual, a
cargo de su autor, Pedro Pujante, para ver a continuación el cortometraje que
sobre dicho texto realizó Miguel Peñalver, en un magnífico ejercicio práctico
de cómo convertir la literatura en imágenes.
A continuación, Antonio Ángel Martínez se encargó de homenajear a la figura del guionista cartagenero Pedro Beltrán, un hombre que pasó por el cine español trabajando con los más grandes pero sin olvidar jamás su inequívoco deseo de vivir la vida a grandes tragos. Tras el homenaje, apoyado también por la proyección de un audiovisual, se unieron a la mesa redonda el escritor Jerónimo Tristante y la también guionista Soraya Rubia. Todos ellos señalaron la importancia del guión en cualquier producto audiovisual, y la necesidad de que unos buenos personajes sean los que vayan construyendo la historia que pretende contarse.
Hubo
palabras también, ¡cómo no!, para el tratamiento que los guiones hacen de las
novelas, y cada uno mencionó tanto los casos brillantes como las tropelías que
todos podemos recordar una vez visto el resultado final en la gran pantalla.
Poco a poco se fue profundizando en las peculiaridades de la elaboración de un
guión, que además de atender a la historia que narra, debe tener en cuenta
también el público al que se va a dirigir, y cuyo resultado final no queda sólo
en las manos del guionista, sino que en él intervienen de manera decisiva otras
figuras importantes como los responsables de fotografía, montaje o incluso el
propio director de la película.
El
momento más intenso de la sesión llegó con la pregunta de hasta qué punto es
conveniente o no que el autor literario participe en el proceso de guionización
de una obra. Hubo opiniones para todos los gustos, desde la oposición frontal
de Soraya Rubia hasta posturas menos intransigentes porque, si bien es cierto
que el autor literario debe saber que el guión y su obra son productos
diferentes, tampoco puede quedarse de brazos cruzados viendo cómo se maltrata
su obra. A partir de la “pregunta del millón”, el público presente se animó a
curiosear acerca del proceso de adaptación, y todos ellos respondieron a las
preguntas tomando como caso práctico el rodaje de la serie basada en las novelas
de Jerónimo Tristante, protagonizadas por el decimonónico detective Víctor Ros,
que próximamente podremos disfrutar en la pequeña pantalla.
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