ELLOS PUBLICAN
Era
una de las mesas redondas más esperadas de este II ELACT, y no defraudó, tener juntos a cuatro editores a
los que poder deshacer a preguntas era una tentación demasiado fuerte como para
desaprovecharla, Fernando Fernández (Alfaqueque Ediciones) lo sabía e inició la sesión con una pregunta ya
demoledora: “¿Es necesaria en esta época la figura del editor?” Javier Castro
(Micromega) le sorprendió rompiendo los fríos datos estadísticos (literalmente
los lanzó por el aire) para reivindicar el romanticismo en su trabajo, puesto
que él se considera un soñador de la literatura y por ello se dedica a la
edición.
Luis
F. Galeano (Atmósfera Literaria), por su parte, habló del papel más laboral que
el editor ha tenido que asumir ahora con respecto al texto, puesto que se ve
obligado muchas veces a ejercer como corrector, maquetador, diseñador, etc., y
retomó el tema de la autoedición, tratado ya en la jornada anterior, al
considerarlo un camino que, lejos de apartarse de la edición tradicional,
debería converger con ella. Destacó también que el editor es necesario porque
libera al escritor de otras labores de las que éste no debería ocuparse.
José
Cano (Cano Pina Ediciones) incidía en la necesidad de que exista una estrecha
confianza entre el autor y el editor, confianza que debe gobernar siempre la
relación entre ambos para que el proceso de la edición sea satisfactorio para
todos. Editor de publicaciones especializadas, padece también la misma problemática
que sus compañeros en su trato con distribuidores y librerías, y ahí se desató
uno de los momentos más intensos del debate, puesto que gran parte de la sala
señalaba a la figura del distribuidor como parcialmente innecesaria, sobre todo
teniendo en cuenta los porcentajes que percibe por su labor.
El
coordinador tomó de nuevo la palabra para recordar a la sala que el panorama de
los pequeños editores no es comparable al de los grandes grupos, y que él,
personalmente, está en este negocio para promocionar la cultura, y porque con
su trabajo pretende intentar cambiar aquellas cosas que no le gustan de la
realidad que le rodea. Las preguntas fueron surgiendo y las conversaciones
entre editores, escritores y lectores fueron creciendo hasta convertir esta
sesión en la más participativa. Eso sí, al final, todos coincidieron en que uno
de los problemas principales que nos afectan por igual es el bajo índice de
lectura que hay en nuestro país, una espada de Damocles con la que hemos de
lidiar, y que ojalá podamos ir venciendo con eventos como el ELACT.
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