MEDIEVO
Para Alfonso Gutiérrez Caro
La última hostia le ha dejado a Sharon el rostro algo
temblón, aunque no tenía fuerza suficiente como para hacer manar la sangre. Ha
habido un eterno e incómodo segundo de silencio y Milan ha prorrumpido en una
carcajada, seguido entonces por la propia Sharon, que le ha lanzado un golpe al
hombro que el pequeño de los Parsons ha encajado sin dejar de reír.
Troy Parsons nunca quiere que a su hijo le falte de nada,
y si para ello hay que organizar los mejores desmadres de Los Ángeles, pues se
organizan. Las cosas le van de fábula, los amigos de Tijuana confían en él y
todo fluye como sobre algodones.
El menor del clan Parsons es un gilipollas, su padre lo
sabe, Sharon lo sabe, y todo Los Ángeles lo sabe, excepto él. Pero arma unas
rayas como la pintura de una autopista, así que Sharon y el séquito que les
acompaña se lanzan hacia la bandeja con la determinación de un oso hormiguero.
Una vez que todos reciben lo suyo, regresa el momento de ver quién la tiene más
grande.
- Oye, Milan, ¿qué se siente al tener a un negraco como
éste protegiéndote?
- Eh, Stud, no te pases, deja a mi hombre en paz o le
digo que te haga a ti un culo nuevo. ¿Lo pillas? Un culo nuevo.
El coro de risas le altera la cabeza y el ánimo a Jules,
que sigue allí a pie firme sin darse por aludido, al borde la piscina, sin
apenas pestañear.
- ¿Qué hacemos ahora…? Venga, concurso de mamadas.
Sharon, reina, te toca bajar al pilón.
Y Sharon sonríe algo forzada mientras estalla otro buen
puñado de risas. Milan, Stud y la media docena más de niñatos ricos que
completan la fiesta se van relamiendo. En cambio Sharon, Ingrid, Sue y Thalia
no. Bueno, Thalia quizá sí, porque sigue soñando con que el pequeño de los
Parsons se fije alguna vez en ella, con o sin coca encima.
- Va, Sharon, no seas estrecha, coño. Si es sólo un
juego. Empieza tú y te seguirán todas estas putitas.
Y sin apenas esfuerzo Troy se baja el bañador, dejando al
aire una polla triste, pálida y deslucida, que provoca un rictus de asco en el
público femenino.
Por un instante, un leve instante tan solo, los ojos de
Sharon han coincidido con los de Jules, quien ha dado un paso en dirección a
Troy. A él si le gustaría jugar, pero al medievo con el culo de aquel gilipollas,
como probablemente habría hecho si esto se hubiese producido unos meses atrás.
- Menuda mierda, Sharon, eres una aguafiestas.
Y Jules, una vez
más, va hablando solo camino de la casa, regalándose un lamento que se le está
haciendo habitual, en el que tilda a Vincent de cabronazo por haberle dejado
más solo que la una.
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