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lunes, 4 de mayo de 2020

METRÓPOLIS - MEDIEVO


MEDIEVO
Para Alfonso Gutiérrez Caro

     La última hostia le ha dejado a Sharon el rostro algo temblón, aunque no tenía fuerza suficiente como para hacer manar la sangre. Ha habido un eterno e incómodo segundo de silencio y Milan ha prorrumpido en una carcajada, seguido entonces por la propia Sharon, que le ha lanzado un golpe al hombro que el pequeño de los Parsons ha encajado sin dejar de reír.

      Troy Parsons nunca quiere que a su hijo le falte de nada, y si para ello hay que organizar los mejores desmadres de Los Ángeles, pues se organizan. Las cosas le van de fábula, los amigos de Tijuana confían en él y todo fluye como sobre algodones.

     El menor del clan Parsons es un gilipollas, su padre lo sabe, Sharon lo sabe, y todo Los Ángeles lo sabe, excepto él. Pero arma unas rayas como la pintura de una autopista, así que Sharon y el séquito que les acompaña se lanzan hacia la bandeja con la determinación de un oso hormiguero. Una vez que todos reciben lo suyo, regresa el momento de ver quién la tiene más grande.

     - Oye, Milan, ¿qué se siente al tener a un negraco como éste protegiéndote?

     - Eh, Stud, no te pases, deja a mi hombre en paz o le digo que te haga a ti un culo nuevo. ¿Lo pillas? Un culo nuevo.

      El coro de risas le altera la cabeza y el ánimo a Jules, que sigue allí a pie firme sin darse por aludido, al borde la piscina, sin apenas pestañear.

    - ¿Qué hacemos ahora…? Venga, concurso de mamadas. Sharon, reina, te toca bajar al pilón.

     Y Sharon sonríe algo forzada mientras estalla otro buen puñado de risas. Milan, Stud y la media docena más de niñatos ricos que completan la fiesta se van relamiendo. En cambio Sharon, Ingrid, Sue y Thalia no. Bueno, Thalia quizá sí, porque sigue soñando con que el pequeño de los Parsons se fije alguna vez en ella, con o sin coca encima.

     - Va, Sharon, no seas estrecha, coño. Si es sólo un juego. Empieza tú y te seguirán todas estas putitas.

      Y sin apenas esfuerzo Troy se baja el bañador, dejando al aire una polla triste, pálida y deslucida, que provoca un rictus de asco en el público femenino.

     Por un instante, un leve instante tan solo, los ojos de Sharon han coincidido con los de Jules, quien ha dado un paso en dirección a Troy. A él si le gustaría jugar, pero al medievo con el culo de aquel gilipollas, como probablemente habría hecho si esto se hubiese producido unos meses atrás.

      - Menuda mierda, Sharon, eres una aguafiestas.

     Y Jules, una vez más, va hablando solo camino de la casa, regalándose un lamento que se le está haciendo habitual, en el que tilda a Vincent de cabronazo por haberle dejado más solo que la una.



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